Míralos MorVIP 32

La Linda Blair chilena

Por Santiago Calori

Hace un par de semanas Vicky Duclós Sibuet mencionaba, en su larga cobertura de la carrera de Néstor Frenkel un inquietante film documental llamado El Charles Bronson chileno, donde un hombre de parecido razonable (y poco más) con el actor yanqui se hacía famoso en el país trasandino. No sé si te habrá picado el bichito de la curiosidad por verla, pero está acá.

Esta historia no tiene tanto que ver con el parecido como tiene que ver con la coincidencia, pero antes metámonos en la carrera de un director que nos dio muchas alegrías y que rara vez aparece en una lista corta de algo.

No sé si estarás familiarizado con Amando De Ossorio.

Si, Amando, no Armando.

Amando De Ossorio nació en 1918 (aunque otros sostienen que fue en 1925. Para el caso es medio lo mismo, lleva muerto como veinte años) en Galicia y recorrió todo el espinel clásico de los directores de la época: fue periodista, después saltó a la asistencia de dirección, de ahí se pasó a dirigir institucionales y, finalmente, terminó dirigiendo cualquier cosa que le pusieran adelante.

Para los años 70 (sí, el «éxito» le llegó de grande, como a Beto Casella) fue parte de ese mágico movimiento renovador del cine de género hispanoparlante llamado Fantaterror que no solo incluyó a España, con compañeros de la calaña de Jesús Franco, Paul Naschy, Jorge Grau, Eugenio Martín, Juan Piquer Simón, Vicente Aranda y hasta Chicho Ibáñez Serrador.

(Pero más del Fantaterror de otras latitudes en otro momento, porque ese cuerpo llegó incluso hasta nuestras costas y varios de esos nombres —Naschy, Franco— merecen un año entero de Míralos Morir.)

Este boom coincidió con el llamado Destape español, algo que nos pasó a los argentinos algunos años después con la vuelta de la democracia. Es importante aclarar que el destape español, además de un montón de gente desnuda en cámara, trajo mejores películas que las nuestras. Pero eso, en otro momento.

De Ossorio se iba a hacer famoso por una serie de cuatro películas fundamentales del Fantaterror y, me animaría a decir del cine de género en general que si no viste te recomiendo que corras a buscar: las de La noche del terror ciego (1972).

La saga de La noche del terror ciego o del cine terror templario empezó con la película del mismo título y tuvo cuatro en tan solo tres años: le siguieron El ataque de los muertos sin ojos (1973), El buque maldito (1974) y La noche de las gaviotas (1975).

¿Y por qué es tan importante esta tetralogía? Bueno, por infinidades de razones: ayudaron a parar al Fantaterror que se hacía en España en el mapa global, fueron pioneras (no en el sentido estricto, claro: Romero ya había hecho lo suyo en Estados Unidos) del cine de zombis europeos que vendría algunos años después, sobre todo de Italia.

Y además porque cayeron en un momento justo: el franquismo estaba dando las hurras y una película sobre unos muertos que venían a vengar una muerte injusta sobre los vivos capaz empezaba a tener otro significado.

Ah, te la re trosquié a la de los templarios.

Independientemente de la lectura que le quieras hacer, las cuatro películas son un hermoso pasatiempo para fanáticos del género y la cosa europea que se aleja de «la cosa europea» que nos quisieron enseñar que estaba bien.

¿A qué viene todo esto? Bueno, estamos llegando.

Para 1974 Ossorio estaba ahí arriba: había filmado tres de las cuatro de la saga del terror ciego y en el cine internacional estaba pasando algo: se había estrenado una película de terror que había cruzado los límites del nicho y se había ganado Oscars y todo.

La película, obvio, era El exorcista (The Exorcist, 1973) de William Friedkin.

Y como ya aprendimos muchas veces en estos envíos: no dejes que una película pendiente de una saga que viene funcionando bien te arruine la posibilidad de ganar buena guita.

Así fue como el bueno de Amando filmó dos películas en 1975. La cuarta del terror ciego y esta de la que te vengo a hablar: La endemoniada (1975).

La película, al igual que «la Exorcista turca» de la que ya hablé en algún momento, y de otros ejemplos que estaban dando vuelta por esas latitudes en ese momento como la italiana Anticristo (1974) de Alberto de Martino o la igualmente española Exorcismo (1975) de Juan Bosch, no era mucho más que otra de esas películas que trataban sobre una posesión de algún tipo con una nena y muchas ganas de facturar.

Claro que no iba a ser fácil encontrar una Linda Blair. O sí: entra en nuestra historia Marián Salgado, la Linda Blair chilena.

Marián nació en el país trasandino, pero se mudó con su familia a España siendo una niña. Con una madre que quería que fuera una estrella, no tardó en tener pequeños papeles en la televisión. Pero uno en el que no aparecía le iba a cambiar la carrera para siempre: haciendo la voz de Linda Blair en el doblaje español de El exorcista.

Los productores no tardaron en unir A con B y, a pesar de que Marián solo había doblado las escenas de Regan como una niña no poseída, fueron para adelante con todo.

La endemoniada, es importante decirlo, no está a la altura de la saga del terror ciego de Ossorio, pero nos regaló varias gemas: a Marián diciendo barbaridades incluso peores que las de Linda Blair, matando un bebé con un cuchillo, e intentando seducir (y castrar) a un adulto. Bueno, otra época.

Con la satisfacción de la tarea cumplida, Ossorio siguió con la suyo y cerró la tetralogía con La noche de las gaviotas ese mismo año.

Pero el papel de Marián como la niña había modificado su carrera. La siguieron llamando para pequeños papeles en películas de género, como El extraño amor de los vampiros (1975) de nuestro orgullo catastral León Klimovsky hasta que tan solo un año después le llegaría otro papel para el que no tendría que audicionar.

Chicho Ibáñez Serrador estaba casteando una película que en ese entonces se llamaba La noche que empezaron a jugar. Mientras Marián esperaba para hacer el casting, pasó Chicho, la vio y la hizo entrar en su oficina. Le dijo: «Tú serás la niña que mata al viejo».

La película, por estabas distraído, se terminó llamando ¿Quién puede matar a un niño? y creo que si no la recomendé cien veces, la recomendé noventa y nueve.

La de Serrador igual iba a ser la última aparición en la pantalla grande de Salgado, que siguió un poco más en teatro musical y terminó su carrera durante su adolescencia. Estas pocas películas le sirvieron para recibir el mote de «La niña mala del Fantaterror«

Hace poco, una editora especializada en libros de cine de culto española editó su autobiografía llamada La hija del periodista donde en el prólogo nos explica: «Cuando veáis a niños que cantan, hacen malabares o interpretan un papel, os paréis a pensar qué detrás de esos minutos de gloria hay horas y horas y horas de trabajo. No estoy en absoluto en contra de que haya niños artistas, pero estoy absolutamente en contra de que lo sean en exclusiva, sin que se les prepare otra salida y haciendo que pierdan lo que nunca van a recuperar: su infancia.»