Míralos MorVIP 6

¿Cuánto hace que no ves Testigo en peligro?

Por Santiago Calori

Muchas veces, y con muchas películas que la tele pasó hasta el hartazgo, nos pasa algo raro. Las damos por vistas sin haberlas visto bien ni una vez: Terminator (The Terminator, 1984), El regreso de los muertos vivientes (Return of the Living Dead, 1985), Duro de matar (Die Hard, 1988) o cualquier etcétera de esos que pasó la tele de aire hasta que el tape perdía los colores.

Si tenés más o menos mi edad, las chances de que no hayas visto en cine Testigo en peligro (Witness, 1985) son altas. Casi tan altas como que la hayas visto en VHS en una edición de AVH con subtítulos grandes y amarillos o, si no tuviste tanta suerte, en la tele doblada y con tandas publicitarias.

Probablemente, si te digo testigo en peligro, probablemente te acuerdes de El mundo del espectáculo en Canal 13 los lunes a la noche.

Si tenés ese recuerdo, la viste bastante como el orto, para qué te voy a mentir.

Testigo en peligro es de Peter Weir, un director que llegó de Australia a Estados Unidos después de dirigir maravillas como La última ola (The Last Wave, 1977), Picnic en las rocas colgantes (Picnic at Hanging Rock, 1975) o El año que vivimos en peligro (The Year of Living Dangerously, 1982) y era parte (algo tardía quizás) de la Nueva Ola Australiana o Nuevo Cine Australiano de los años setenta y ochenta.

(Del NCA también salieron George Miller, Richard Franklin y Gillian Armstrong y, menos importantemente (?) Mel Gibson, Nicole Kidman, Sam Neill y varios actores más.)

Lo interesante del NCA era que podía maridar cosas tan disílimes como la saga de Mad Max (1979) o Los bicivoladores (BMX Bandits, 1984) sin que se les mueva un pelo en el prestigio.

Algún día hablaré largo del NCA y, sobre todo, de ozploitation. No será hoy.

Decía: Weir llega a dirigir en Estados Unidos y esta es la primera película que le dan para hacer. Esa que muchos no yanquis dirigen como «derecho de piso» para poder después dirigir lo que quieren.

Nada mal, qué querés que te diga.

La carrera de Weir siguió después con La costa mosquito (The Mosquito Coast, 1986), La ZzzoZzziedad de loZzz poetaZzz muertoZzz (Dead Poets Society, 1989), la genial Sin miedo a la vida (Fearless, 1993), The Truman Show (1998) y varias más.

Pero no estoy acá para hablar de toda la carrera de Weir, estoy acá para hablar de esta película.

La película tiene un guion ejemplar, escrito por Earl W Wallace y William Kelley, basado en la historia de ambos y Pamela Wallace, guionistas de televisión cuando la televisión estaba bien lejos de ser el nuevo cine, como nos quieren hacer creer lxs vagxs sin marco teórico hoy en día. Un dato no menor, porque los autores jamás volvieron a trabajar en cine, escribiendo película para televisión tras película para televisión. Quizás Testigo en peligro sea ese oro en el barro que tienen casi todas las carreras.

De hecho, está basado en un episodio que ellos mismos habían escrito para una serie de televisión muy exitosa en la época: La ley del revólver (Gunsmoke, 1955 / 1975: y vos te pensabas que Verano del 98 había sido larga) cambiando algunos settings (en este caso no era más un western) y agregándole cosas para una platea menos ATP.

Weir entra con el proyecto ya casteado y escrito, cumpliendo una fantasía que tenía de «ser un director de estudio de esos de los años cuarenta que iban y hacían su trabajo.»

Claro que no se limitó a «hacer su trabajo» y se puso a reescribir la película para hacerla menos violenta y más sutil en varios lugares.

Bah, en uno en particular. El romance. Lo aquietó, le sacó los encuentros furtivos y lo convirtió en miradas, haciendo que la tensión sexual entre el policía Harrison Ford y *la viudita amish* Kelly McGillis sea un personaje en la trama. 

Con esto, Weir se las arregló para hacer algo muy extraño: quizás estaba tan alineado con la idea de «ser un director de estudio de los años cuarenta» que se terminó autoimponiendo un Código Hays en una época donde la desnudez o las escenas adultas estaban a la orden del día.

No les fue mal con las reescrituras de Weir a lxs Wallace y Kelley: se llevaron el Oscar a mejor guion y, contra todos los pronósticos, siguieron escribiendo televisión en una época donde, dije hace dos minutos, era cero prestigioso, y nada digno de ganador del Oscar.

Este guion que sugiere más de lo que muestra donde, de todas maneras, pasan un montón de cosas y todas suceden cuando tienen que suceder entraría eventualmente entre los mejores que se hayan escrito en la historia del cine norteamericano.

Claro que esto es subjetivo, pero bien lo podríamos poner en el mismo estante de Duro de matarSueño de libertad (The Shawshank Redemption, 1994), Día de entrenamiento (Training Day, 2001) o El fugitivo (The Fugitive, 1993), solo manteniéndonos en género y país. 

Dejando de lado el capítulo de Intrusos sobre qué hizo quién, analicemos un poco más el cómo.

Dijimos que las cosas estaban más sutiles que en el original y que, a la vez, la película tiene acción y pasan un montón de cosas… ¿Cómo es posible?

Si nos quedamos pensando como piensan la mayoría de los libros guion, que Testigo en peligro es sobre el crimen y la persecución, nos estaríamos perdiendo su verdadero tema.

Y esa es precisamente la razón por la que la mayoría de los libros de guion falla: porque analiza un hecho prácticamente mágico con el diario del lunes.

Analizar un guion bien escrito y encontrarle similitudes con otros que también lo están es una tarea que tranquilamente puede hacer un chimpancé con un poco de entrenamiento.

Existe otro factor. El mágico. El que nadie pone en una balanza a la hora de analizar si un acto cae donde tiene que caer o si un personaje hace una línea de qué manera. Eso, por más que lo pongamos con la precisión de una planilla de Excel, difícilmente se pueda imitar.

Pero no estoy acá para hablar mal de libros de guion: de hecho, tenés un capítulo entero de Lettera 22 de eso mismo, estoy acá para hablar sobre de qué es Testigo en peligro, además del crimen y la persecución.

En un guion bien escrito las acciones están puestas en función del conflicto o, si lo querés ver de una manera más poética, del drama.

El drama es lo que le sucede a las personas por dentro, como consecuencia de lo que les sucede por fuera.

Un buen guion debe ser sobre los cambios que le provocan las situaciones que vive un personaje. La escritura es sobre cambiar, sobre cómo ese personaje que está parado al principio de la película no es el mismo que está parado al final.

Y ahí, perdón por la insistencia, es donde fallan los libros que solo se centran en las estructuras de fierro.

¿Con esto estoy diciendo que esas estructuras de fierro no tienen que existir? Para nada, muchas veces ayudan a que una película esté bien escrita. Repito: ayudan. No son el principio y fin de las mismas.

De hecho, todas las películas que nombré un poco más arriba las tienen, pero también tienen bastante de esa magia.

Poco podemos hacer si tenemos un guion donde todo cae perfectamente en el lugar donde tiene que caer y un personaje que se mueve como un títere movido por las circunstancias que lo rodean en ese momento. Y poco hacemos cada vez que aparece una película de esas, que es prácticamente siempre.

Son películas como Testigo en peligro, a 35 años de su estreno las que todavía nos hacer reverlas para mirarle lentamente las manos al mago y tratar de entender cómo hizo el truco.

¿Esotérico? Puede ser. Lo siento si esperabas una solución. Sinceramente, hay cosas que no se puede explicar del todo. Para todo lo demás hay libros.

Te dije cuando empecé que tenía una pregunta y una propuesta. La propuesta está basada, justamente en la pregunta: si hace mucho que no ves Testigo en peligro, te sugiero que la vayas a ver lo antes que puedas.

Quizás debajo de todos esos vagos recuerdos se esconda una película mucho más sólida y épica de la que te acordás.

Y una más: andá a buscarla por ahí porque no hay ningún streaming que la tenga en catálogo. Qué suerte que vivimos en ese futuro que no es tan el futuro que habías flashado donde todo estaba accesible así nomás, no como en la época del videoclub que… Bueno, eso.