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76 – No me vuelvas a pedir un favor como este

Publicado el 1 de julio de 2021

Como ya hice en otras ocasiones con NetflixAmazonQubit y algunas más, es hora de ver qué se esconde detrás de ese misterio ahora llamado HBO Max, que no es HBO, no es HBO Go, es HBO Max.

Sí, la parte de branding capaz que medio para atrás, pero quién soy yo para juzgar. Tengo un newsletter que se llama Míralos Morir.

Lo que se supone que hace diferente al Max frente al regular y del Go es que, por una serie de adquisiciones de empresas que poco vienen al caso en este momento, tiene además del contenido de HBO el del catálogo de Warner.

Y ahí, es donde la cosa (potencialmente) puede ponerse interesante.

Ya berreé en ocasiones anteriores de cómo un solo streaming no es suficiente y que la mayoría de los streamings más populares tienden a tener una postura algo Blockbuster frente a la oferta: muchos “estrenos” (en el caso de Netflix, quizás el más paradigmático y el “norte” de todos los streamings cuando les de la nafta, “propios”) y poco “fondo de catálogo” o, hablado en cristiano, lo que hacía que un videoclub de barrio que “había guardado todo” fuera mil veces superior a cualquier local de la cadena con los colores de Suecia (o de Boca, según tu filiación.)

Suponiendo que tener por lo menos dos streamings nos asegura una oferta relativamente variada (algo que, con los sistemas ofreciendo la posibilidad de tener varios “perfiles” en una misma cuenta tampoco es un gastadero de guita que te deje la cuenta del banco en rojo si tenés amigos o familiares), la gran pregunta es: “¿Cuáles dos?”

Netflix parece ser el estándar, el que todos tienen, el iniciador de conversaciones, el que hace que te pregunten por Three Indentical Strangers (2018), película que venís militando hace por lo menos tres años, cuando recién la suben a la plataforma.

Pero, como también expliqué en algún momento, Netflix —como en Nueve reinas (2000)— “nos hizo un truco”: si analizamos las cosas que va subiendo en el último año o así, en su gran mayoría son producciones propias —en el menor de los casos— o adquisiciones —la gran mayoría: Netflix es el rey del “comprar hecho” y ponerle la N al poster.

Esto es: a fuerza de comprar derechos de películas que nos pudieran interesar y de armar un catálogo “deseable” durante sus primeros años, a medida que esos derechos se fueron venciendo fueron reemplazando productos de grandes estudios por “producción propia”.

“Producción propia” que, salvo honrosas excepciones, deja mucho que desear, dejándonos en la de pagar precio completo por el streaming de Hallmark Channel.

“Ah, pero en la oficina todo el mundo habla de eso.”

De acuerdo, eso no hay quién lo niegue. Pero estamos acá para hablar de películas y no para debatir Quién mató a Sara, que parece que todavía no se sabe.

Amazon, menor en su scope de alcanzados (por lo menos en cono sur, donde la asociación de Prime que puede ser muy conveniente si vivís en Estados Unidos no tiene el menor alcance acá) está en un estado algo embrionario, comprando catálogos de estudios (el último que se supo fue el de MGM, sería interesante ver en qué deriva eso, pero por ahora son solo especulaciones) y se parece más, hoy por hoy, al Netflix ese seductor que nos quería hacer creer que las películas le importaban.

Habrá que ver si, obviamente, cuando crezca, no se convierta todo en Amazon Originals y empecemos a sentir ese déjà vu tan característico.

El resto de los streamings, “los cultos” si querés ponerlo de algún modo: MubiQubit, tienen la idea de captar a este público desde el que me estoy quejando yo en este momento, pero muchas veces la interfaz (te estoy hablando a vos, Qubit) deja bastante que desear.

Y ahí es cuando la aparición de un nuevo streaming que promete el oro y el moro hace que salivemos un poco ante las posibilidades.

¿Tienen el catálogo de Warner? ¿Tienen los clásicos? ¿Qué hay? ¿Cuántos Hitchcocks? y preguntas del estilo empiezan a aparecer y muchas terminaron de dilucidarse hace escasas horas.

¿Qué hay adentro de HBO Max? Bueno, eso es lo que vamos a hacer ahora así te podés decidir o, simplemente, no tenés que hacer el trabajo.

Empecemos por decir que HBO (sobre todo en su versión Go) no se caracterizó precisamente por tener las mejores apps o el sistema más intuitivo. Muchas veces por una cuestión de practicidad (incluso pagando por el sistema) me encontré bajando el contenido ilegalmente para no tener que poner la contraseña cada vez.

El Max, que aclaro solo pude probar en versión web porque no está disponible aún para el OS de mi tele, tiene un poco ese vibe: mucha pantalla intermedia. Mucho “¿Quién va a ver esto?” incluso cuando hay uno solo mirando. ¿Pueden ser bugs? Seguro. ¿Se pueden arreglar? Por favor.

Nos encontramos con una interfaz simple, que nos permite seleccionar entre contenido original de la plataforma, series, películas, etc.

Sobre el contenido original: HBO Max no se caracteriza por tener buenas producciones originales. No es algo que lo diferencie de Netflix o Amazon, sinceramente: la posibilidad de pisar mierda eligiendo una de estas es alta, salvo honrosas excepciones. Nada nuevo bajo el sol por acá.

Pero poco nos importan las producciones originales, nos interesa saber qué hay adentro, más específicamente en la parte de películas, que es nuestro metié.

Las películas están divididas en pocos géneros y (por ahora, quizás esto mejore en el futuro) es prácticamente imposible buscar por actor o director a menos que sea tremendamente famoso.

Nos quedan los géneros o acordarnos de un título. Fin.

Y los géneros, casi como en un videoclub y con un Title Case incompresible en habla hispana, son: las ya clásicas de cualquier streaming Popular y Originales además de Infantil y Familiar, Acción, Crimen, Comedia, Documentales, Drama, Fantasía y Ciencia Ficción, Terror y Suspenso, Internacional, Producciones Locales y Romance. Bastante escueto, verás.

Verás también que la pasión por ordenar todo alfabéticamente es una de las constantes, pero no nos adelantemos.

Claro que, como en los otros streamings que quieren “engordar” un catálogo que, apilado en cajas de VHS no ocupa ni medio cuarto, muchas películas “se autoperciben” como como prácticamente cualquiera. Nada para ir a hacer una denuncia: ese truco lo hacen todos.

Hagamos, entonces, una barrida género por género con ¿recomendaciones? y links que nidea si te van a funcionar a vos incluidos, teniendo en cuenta que por lo que se pudo ver hasta ahora del sistema viene bastante torpe.

“Popular” lo vamos a pasar por alto, porque depende del día y son, en definitiva, títulos con los que nos vamos a cruzar en el resto del catálogo, seguramente varias veces.

En “Originales” nos vamos a encontrar con la cantera de producciones que ya pudimos ver en su mayoría gracias al videoclub de Incas y Torrent, de las cuales, la verdad se salvan bien poquitas, muchas de ellas seguramente nos las topemos en sus respectivos géneros y por “respectivos géneros” digo “Documentales”, donde HBO (y ahora un poco Max también) viene pisando terreno sólido hace décadas con algunas excepciones algo bochornosas.

No soy un experto en “Infantil y Familiar”, pero puedo decir que están Una historia de navidad (A Christmas Story, 1983) de Bob Clark, El imperio del sol (The Empire of the Sun, 1987) y E.T., el extraterrestre (E.T. the Extra-Terrestrial, 1982) de Steven Spielberg, Viaje insólito (Innerspace, 1987) de Joe Dante y La historia sin fin (Die unendliche Geschichte, 1984) de Wolfgang Petersen. Hay, además, producciones más nuevas. Yo la verdad que nidea porque no manejo bendi, pero si vos sí en una de esas estés más al tanto.

En “Acción” están Un domingo cualquiera (Any Given Sunday, 1999) de Olvier Stone que retrospectivamente es una película aceptable y nosotros teníamos la vara muy alta en esa época, Blade, cazador de vampiros (Blade, 1998) de Stephen Norrington, Bonnie y Clyde (Bonnie and Clyde, 1967) de Arthur Penn, el puntapié inicial del New Hollywood del que hablamos tantas veces, Bullit (1968) de Peter Yates, Celular (Cellular, 2004) de David R. Ellis, que la defiendo a las piñas si es necesario, Sala de espera al infierno (The Dead Pool, 1988) de Buddy Van Horn, la última de la saga de Harry el sucio (están todas o casi, pero por la manía de hacer todo alfabético, irán apareciendo en el orden en el que el propio streaming decidió), Los doce del patíbulo (The Dirty Dozen, 1967) de Robert Aldrich, Sin miedo a la muerte (The Enforcer, 1976) otra de Harry el sucio, esta vez dirigida por James Fargo, El fugitivo (The Fugitive, 1993) de Andrew Davis, uno de los mejores guiones (y películas) de los años noventa, La fuga (The Getaway, 1972) del querido Sam Peckinpah, la muy divertida Guns Akimbo (2019) de Jason Lei Howden, la también poco analizable pero bueh Hardcore Henry (2016) de Ilya Naishuller, la maravillosa Arma fatal (Hot Fuzz, 2007) de Edgar Wright, la genial e imperecedera El último Boy Scout (The Last Boy Scout, 1991) de Tony Scott, las cuatro de la saga de: Arma mortal (Lethal Weapon, 1987), Arma mortal 2 (Lethal Weapon 2, 1989), Arma mortal 3 (Lethal Weapon 3, 1992) y Arma mortal 4 (Lethal Weapon 4, 1998), todas de Richard Donner, dos de las Mad Max originales: Mad Max (1979) y Mad Max 2 (Mad Max 2: The Road Warrior, 1981), por suerte se evitaron la de Tina Turner y Mad Max: Furia en el camino (Mad Max: Fury Road), todas de George Miller, Magnum 44 (Magnum Force, 1973), otra de Harry el sucio esta vez dirigida por Ted Post, Revancha (Payback, 1999) de Brian Helgeland, Impacto fulminante (Sudden Impact, 1983) otra de Harry el sucio, esta vez dirigida por el propio Eastwood, Tango & Cash (1989) de Andrei Konchalovsky que, vista a la distancia tampoco era para morirse de mala, Infierno en la torre (The Towering Inferno, 1974) de John Guillermin por si querés ver a un elenco multiestelar pasarla mal, Los imperdonables (The Unforgiven, 1992) de Clint Eastwood que es más un western, pero bueno, no tienen pestaña de western y que la semana pasada despertó una guerra entre críticos que se enteraron solos los involucrados y otro western que haremos pasar como “acción” porque la tiene a montones que es La pandilla salvaje (The Wild Bunch, 1969) del siempre querido Sam Peckinpah.

En “Crimen”, que no termina de quedar claro si no debería ser “Suspenso”, pero eso está como “Terror y suspenso”, además de muchas que ya puse en “Acción” tenemos Poder absoluto (Absolute Power, 1997) de Clint Eastwood, Blow, profesión de riesgo (Blow, 2001) del querido Ted Demme, Boiler Room (2000) de Ben Younger, una suerte de Wall Street del dos mil que tuvo su cuarto de hora de gloria en la época del DVDclub, Deuda de sangre (Blood Work, 2002) quizás la pagina no más brillante de la carrera de Eastwood director, Casino (1995) de Martin Scorsese, La naranja mecánica (A Clockwork Orange, 1971) de Stanley Kubrick, D-Tox (2002) de Jim Gillespie, una poronga bastante rendidora, Los infiltrados (The Departed, 2006) de Martin Scorsese, Tarde de perros (Dog Day Afternoon, 1975) del siempre infravalorado Sidney Lumet, El último golpe (Heist, 2001) del genial David Mamet, Una historia violenta (A History of Violence, 2005) de David Cronenberg, la muy interesante Estafadoras de Wall Street (Hustlers, 2019) de Lorene Scafaria, Entre besos y tiros (Kiss Kiss, Bang Bang, 2006) de Shane Black, Las reinas del crimen (The Kitchen, 2019) de Andrea Berloff, Primicia mortal (Nightcrawler, 2014) de Dan Gilroy, Traidora y mortal (Out of the Past, 1947) un genial film noir del aún más genial Jacques Tourneur, Sed de mal (Touch of Evil, 1953) de Orson Welles siguiendo en la misma línea, Atracción peligrosa (The Town, 2010) porque el Ben Affleck director es cien veces mejor que el Ben Affleck actor, la obra maestra Día de entrenamiento (Training Day, 2001) de Antoine Fuqua y El lobo de Wall Street (The Wolf of Wall Street, 2013) de Martin Scorsese.

En “Comedia”, además de las que ya vimos pasar en los géneros anteriores, tenemos Las confesiones del Sr Schmidt (About Schmidt, 2002) de Alexander Payne, Esplendor americano (American Splendor, 2003) de Robert Pulcini y Shari Springer Berman, Beetlejuice (1988) de Tim Burton, ¿Quieres ser John Malkovich? (Being John Malkovich, 1999) de Spike Jonze, El gran Lebowski (The Big Lebowski, 1998) de Joel Coen, Flores rotas (Broken Flowers, 2005) de Jim Jarmusch, la reciente y bastante interesante Buffaloed (2019) de Tanya Wexler, Adictos al sexo (A Dirty Shame, 2004) de John Waters que, si nunca viste nada de él, es un punto de partida estupendo, la trilogía de ¿Qué pasó ayer? (The Hangover, 2009) ¿Qué pasó ayer? parte II (The Hangover Part II, 2011) y ¿Qué pasó ayer? parte III (The Hangover Part III, 2013) de Todd Phillips, la muy de su época Hedwig: rock, amor y traición (Hedwig and the Angry Inch, 2001) de John Cameron Mitchell, Vacaciones (National Lampoon’s Vacation, 1983) de Harold Ramis y Gran disparate yanqui en Europa (National Lampoon’s European Vacation, 1985) de Amy Heckerling, ambas con Chevy Chase y por las que me bato a duelo si es necesario, Una noche en la ópera (A Night At The Opera, 1935) de Sam Wood, pero de los Hermanos Marx para ser más exactos, Negocios riesgosos (Risky Business, 1983) de Paul Brickman y Sweet Charity (1969) de Bob Fosse, por si ese es tu plan, no te voy a juzgar.

En “Documentales” está bastante completa la cosa porque, como dije más arriba, HBO viene produciéndolos y hace décadas. La calidad en general es pareja y agarres los que agarres más o menos vas a salir ganando. Haciendo una peinada de imperdibles tenemos: Baby God (2020) de Hannah Olson, Becoming Mike Nichols (2016) de Douglas McGrath, Beware the Slenderman (2017) de Irene Taylor Brodsky, Capturing the Friedmans (2003) de Andrew Jarecki que si no la viste nunca tu momento es ahora, A Dangerous Son (2018) de Liz Garbus, la increíblemente real Mommy Dead and Dearest (2017) de Erin Lee Carr, The Mystery of D.B. Cooper (2020) de John Dower a la que conviene entrar sin saber nada, Say Her Name: The Life and Death of Sandra Bland (2018) de Kate Davis y David Heilbroner, Spielberg (2017) de Susan Lacy, There’s Something Wrong with Aunt Diane (2011) de Liz Garbus y Thought Crimes: The Case of the Cannibal Cop (2015) de Erin Lee Carr.

Y llegamos a la bolsa de gatos que suele ser el “Drama” donde, como ya dije en otras ocasiones —incluso con géneros anteriores por cómo está organizado esto—, entra todo y no entra nada. Si me ciño exclusivamente a “dramas reales” tenemos: 8 Mile, calle de las ilusiones (8 Mile, 2002) de Curtis Hanson, Sinfonía de París (An American in Paris, 1951) de Vincente Minnelli, Juegos de placer (Boogie Nights, 1997) de Paul Thomas Anderson, Casablanca (1942) de Michael Curtiz, la bastantante infravalorada Cinema Verite (2011) de Shari Springer Berman y Robert Pulcini, El Ciudadano (Citizen Kane, 1941) de Orson Welles, la que inspiró a la película del escándalo de los cinéflos de diciembre del año pasado, La violencia está entre nosotros (Deliverance, 1972) de John Boorman, la película de terror que no es una película de terror pero que es peor que una película de terror, Doctor Zhivago (1965) de David Lean, por si querés entender por qué colapsó el sistema de estudios a mediados y fines de los años sesenta, Al este del paraíso (East of Eden, 1955) de Elia Kazan, El jinete eléctrico (The Electric Horseman, 1979) de Sydney Pollack, Last Days (2005) de Gus Van Sant sobre los últimos días de Cobain sin decir que es Cobain, pero bueno es obvio que es Cobain, M. Butterfly (1993) de David Cronenberg, la bastante nueva e interesante My Dinner with Herve (2018) de Sacha Gervasi, Solo dios perdona (Only God Forgives, 2013) de Nicolas Winding Refn, Dolor y gloria (2019) de Pedro Almodóvar, Quadrophenia (1979) de Franc Roddam, Nace una estrella (A star is born, 1954) en su segunda, la de George Cukor y tercera versión: Nace una estrella (A star is born, 1976) de Frank Pierson, faltan la primera y la cuarta, pero quién está queriendo completar un álbum, Tener y no tener (To Have And Have Not, 1945) del genial Howard Hawks, Matar a un ruiseñor (To Kill a Mockingbird, 1962) de Robert Mulligan, El tesoro de Sierra Madre (The Treasure of the Sierra Madre, 1948) de John Huston, que sí, es un western, pero ya te expliqué más arriba, Mentiras que matan (Wag the Dog, 1997) de Barry Levinson, la siempre aterradora ¿Qué pasó con Baby Jane? (What Ever Happened to Baby Jane?, 1962) de Robert Aldrich y El año que vivimos en peligro (The Year of Living Dangerously, 1982) de Peter Weir.

En “Fantasía y Ciencia Ficción” sumado a que: a) no soy el mayor fan, b) varias ya fueron nombradas en otros géneros y c) tampoco hay tanto, tenemos: el corte final de Blade Runner (Blade Runner: The Final Cut, 1982) que andá a saber cuál de todas las versiones que salieron será, Eterno resplandor de una mente sin recuerdos (Eternal Sunshine of the Spotless Mind, 2004) de Michel Gondry, la por cierto muy extraña Jinetes del espacio (Space Cowboys, 2000) de Clint Eastwood, Superman (1978) de Richard Donner en una versión revisada que nidea, la fallida a nivel humano (?) Al filo de la realidad (Twilight Zone – The Movie, 1983) de John Landis, Steven Spielberg, Joe Dante, Harvey Miller y George Miller, y Las brujas de Eastwick (The Witches of Eastwick, 1987) de George Miller.

En “Terror y Suspenso” hay bastantes sorpresas, sobre todo desde el costado clásico. Achicá las pretensiones que no es el Lincoln Center, pero hay cosas: Los pájaros (The Birds, 1963) de Alfred Hitchcock, la Cabo de miedo original (Cape Fear, 1962) de J. Lee Thompson, la hecha para televisión y maravillosa Cast a Deadly Spell (1991) de Martin Campbell, La marca de la pantera (Cat People, 1942) de Jacques Tourneur, El conjuro (The Conjuring, 2013) y El conjuro 2 (The Conjuring 2, 2016) de James Wan, La llamada fatal (Dial M For Murder, 1954) de Alfred Hitchcock, la genial Destino Final 2 (Final Destination 2, 2003) de David Ellis, Búsqueda frenética (Frantic, 1988) de Roman Polanski, Fenómenos (Freaks, 1932) de Tod Browning, que si nunca la viste ese nunca se termina hoy, Frenesí (Frenzy, 1972) de Alfred Hitchcock, Al filo de la muerte (The Game, 1997) la segunda mejor película de David FIncher, la genial The Gift (2015) de Joel Edgerton, la reciente y polemiquísima La cacería (The Hunt, 2020) de Craig Zobel, Mi secreto me condena (I Confess, 1953) de Alfred Hitchcock, King Kong (1933) de Merian C Cooper, La tiendita del horror (Little Shop of Horrors, 1986) en la remake de Frank Oz, la súper interesante relativamente y poco vista Locke (2014) de Steven Knight, El halcón maltés (The Maltese Falcon, 1941) de John Huston, la reversión yanqui de El hombre que sabía demasiado (The Man Who Knew Too Much, 1956) y Marnie (1964) de Alfred Hitchcock, Pesadilla 3: El miedo continúa (A Nightmare on Elm Street 3: Dream Warriors, 1987) de Charles Russell, a esta altura de la soirée, la mejor de la saga, Intriga internacional (North by Northwest, 1959) y Psicosis (Psycho, 1960) de Alfred Hitchcock, Demente (Raising Cain, 1992) de Brian De Palma, La ventana indiscreta (Rear Window, 1954) y La soga (Rope, 1948) de Alfred Hitchcock, Pecados capitales (Se7en, 1995) de David Fincher, la prácticamente de culto Centinela de los malditos (The Sentinel, 1977) de Michael Winner, El resplandor (The Shining, 1980) de Stanley Kubrick, la irresistible Terror a bordo (Snakes on a Plane, 2006) de David Ellis, El hijo de Frankenstein (Son of Frankenstein, 1939) de Rowland V Lee, Pacto siniestro (Strangers On A Train, 1951) de Alfred Hitchcock, El enigma de otro mundo (The Ting, 1982) de John Carpenter, Topaz (1969), Cortina rasgada (Torn Curtain, 1966) y Vértigo (Vertigo, 1958) de Alfred Hitchcock, la extrañísima Willard (2003) de Glen Morgan y Cacería macabra (You’re Next, 2011) de Adam Wingard.

“Bastante Hitchcock”

Sí, la verdad que sí.

“Pero no todo Hitchcock”

No, la verdad que no.

Después vienen dos secciones prácticamente testimoniales que son “Internacional” y “Producciones Locales” donde no hay prácticamente nada que no sea inglés. Seguramente funcionan mejor en la parte de series, pero no es mi campo de estudio.

Nos queda solo “Romance” que, habiendo barrido los géneros anteriores, ofrece poco y nada que no hayamos pasado antes.

¿Hay “peliculas en blanco y negro” —o clásicos, en general— además del Snyder Cut? Sí, pero tampoco está para ponerse a tirar cohetes. ¿Puede que esto cambie porque muchas películas del catálogo de Warner pueden estar en otras plataformas hasta equis fecha? Sí, claro. ¿Habrá voluntad de subirlas? Bueno, la verdad que me estás pidiendo que haga futurología.

El veredicto, por si alguien me lo pidió, sería “la verdad que no es el fin del mundo, pero tampoco el principio.”  Hoy por hoy, y viendo cómo está el patio frente al dilema de “solo dos streamings” la respuesta estaría en tener HBO Max y Amazon, dejando afuera a Netflix que, en definitiva por rebote, lo ligás igual.

Obviamente, pensando en términos de alguien como yo o como vos, que semana a semana te gusta leer más de cosas viejas que nuevas.

Habrás notado también, porque sé que sos de observar detenidamente, que muchas de las películas de las que se habla en este envío ya anduvieron dando vueltas por otros streamings y, a derecho vencido y streaming propio, “volvieron a casa.”

Habrá que esperar a ver cuántas más hacen lo mismo y que tan “gordo” termina siendo el catálogo en unos meses. A juzgar por la primera impresión, bastante mejor de lo que hubiera supuesto.

Termina bien: esa sí que no te la esperabas.

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