Snyder Cut hubo siempre
Mucho tiempo antes de que se pusieran de moda los “cortes del director” que, digamos todo, poco y nada han hecho por la mayoría de las películas que alargaron, había varios que habían “visto el filo” de darnos varias veces lo mismo con pocas modificaciones.
Y no estoy hablando de exploitaion, aunque a la larga siempre termino hablando de el. En el exploitation podría ser más entendible que un tiroteo (o un vuelco de auto con explosión, como pasa con esa filmación del auto marrón en cada una de las películas de Troma) se repita ad nauseam donde los presupuestos son escasos y el motto es hacer más con prácticamente nada.
Estoy hablando de películas grandes, con presupuestos impensados hasta el momento, que se podrían considerar como alguna de las más representativas de este arte.
¿El Snyder Cut? No, claro que no: la saga de El padrino.
Pará, pará, pará: ¿vos me estás diciendo que hay un Snyder Cut de El padrino?
¿Uno solo? ¡Amateurs!
Hay que reconocerle a Coppola que, si bien no la pegó como su amigo George Lucas a nivel muñequitos, tuvo alguna que otra idea clara a la hora de vender sus películas.
Si bien le podemos achacar que hace décadas que no filma nada mirable, su producción fílmica durante los años setenta lo deja (y nos deja) más que tranquilos.
Y no estoy hablando de la saga de El padrino y Apocalipsis Now (Apocalipse Now, 1979) únicamente: también hablo de la verdadera joya de la corona, que es La conversación (The Conversation, 1974), una obra maestra total filmada, si miramos su filmografía, casi casi a las apuradas.
Pero de La conversación vamos a hablar en otro momento, seguramente. Hoy estoy acá para que hablemos del elefante en la habitación.
No te voy a mentir, este envío está un poco motivado por agenda: esta semana se lanzó The Godfather Coda: The Death of Michael Corleone, que vendría siendo un ¿remix? de El padrino III (The Godfather, Part III, 1990) algo que, la verdad, nadie pidió.
Pero esta manía de reempaquetar de Coppola no empieza con el streaming y su hambre voraz de nuevos contenidos (o viejos recalentados, dependiendo del caso). Esta manía nace cuando se da cuenta que la está por pegar.
¿Y cómo es eso? Más o menos así:
Para cuando Paramount decidió financiarle El Padrino (The Godather, 1972), Coppola era una promesa con algunas películas en su haber. La mente maestra de Robert Evans a cargo del estudio, y una época de tirarle plata a cuando hippie cruzara los arcos de entrada al estudio hicieron el resto.
Mientras la estaba filmando, Coppola se dio cuenta que la cosa iba a ser más larga de lo que el estudio quería. Le calculaba cuatro horas, Evans le pidió dos. Complicado pelear una diferencia de este tipo.
Lejos de apichonarse, Coppola empezó a pensar qué iba a hacer con todo ese material que le sobraba. Y a pensar en contar la historia de manera más lineal. Pero apenas un poquito nomás por ahora. Su primera idea en aquel momento era pasar la película como una miniserie en la televisión en tres o cuatro partes.
Y no le pifió por tanto: el primer corte de la película duraba un poco menos de cuatro horas. Hicieron una versión para el estudio de solo dos y fueron a probar suerte con Evans.
Evans, que era todo menos tonto, le respondió “Hiciste un trailer largo” y empezaron las negociaciones. La película tuvo dos cortes más (uno de 210 minutos y otros de 189) hasta llegar al un corte final de 175 minutos con una pausa de diez para intervalo.
(El tema del intervalo es largo. Dependiendo del territorio, incluso dentro de Estados Unidos, la película se estrenaba en una sola pasada o con intervalo, ya era un tema de las ganas que tuviera cada cine de vender más pochoclos en el medio.)
Para el corte final, habían quedado unos 45 minutos de material sin usar. Guardate eso que te va a venir bien en un rato.
Intervalo más, intervalo menos, la película fue un éxito. Paramount se apuró por ponerse a producir la segunda parte, pero Coppola seguía pensando en ese tupper de sobras que le había quedado de la anterior.
Se apuró en salir a declarar que El padrino, parte II (The Godfather, Part II, 1974) no iba a ser una secuela clásica de estudio, sino que una continuidad con la anterior, con la idea de que ambas películas se vieran juntas.
Evans volvió a llamar a Coppola y hubo un nuevo:
— ¿Y yo qué dije? ¿Y vos qué dijiste?
… hasta que se ve que entraron en razones. O no: porque el primer corte de El Padrino, parte II duraba… ¡seis horas! y, se dice, era como ver dos películas separadas por un intervalo: en la primera parte teníamos el ascenso de Vito y en la segunda la caída de Michael.
Paramount hasta coqueteó con la idea de vender la secuela y la precuela y estrenar las dos por separado. Semanas de montaje después, a Coppola se le ocurrió la idea de que ambas líneas argumentales corrieran en paralelo. El primer corte era de ¡cuatro horas con cuarenta y cinco minutos!, y a los fines de que fuera “estrenable” se terminó cortando a unos 200 minutos para que los cines no se quejaran por la escasez de “vueltas” que le podían sacar al día.
La película perdió dos horas veinticinco minutos de material. Guardate esto que te va a venir bien en cualquier momento.
Y ese “cualquier momento” es ahora. Si hiciste la cuenta, entre las dos películas, Coppola tenía tres horas con cinco minutos de material en el tupper. Y viniendo de una familia tana, te puedo garantizar que el “¿Qué? ¿No vas a comer más?” no es nada exagerado.
Cuando todavía estaba montado la segunda, la cadena NBC se acercó a Coppola para ver si le interesaba convertir la primera película en una miniserie de dos episodios. La idea era morigerar un poco la violencia y el sexo para hacerla televisable y agregarle cosas que hubieran quedado por ahí para hacerla atractiva.
Nacía la primera versión alternativa de El padrino, llamada The Godfather: A Novel For Television. Coppola no tenía tiempo de montarla, pero puso gente de su riñón a hacerlo, con la promesa de supervisar. Se llamó a gran parte del elenco para que regrabara líneas de diálogo “más limpitas” y la cosa se estrenó en noviembre de 1974, un mes antes de que la segunda parte llegara a los cines.
¿Mencioné que estaba contada en orden cronológico? Ah, te querés morir.
Se dice que fue el evento televisivo más popular de la historia hasta ese momento. Y a Francis se le prendió una lamparita imposible de apagar. No era la Saga con la que soñaba Coppola, pero estaba ahí nomás. O mejor dicho, la Saga estaba a la vuelta de la esquina.
Bueno, o casi: para principios de los años 80, el mercado del video hogareño estaba llevándose todo puesto como un incendio forestal. Coppola se dio cuenta que era su momento.
Con las ediciones en VHS y Betamax de las dos Padrino agotándose todo el tiempo, decidió darle rienda suelta a su idea de la Saga y llevarla adelante.
Como NBC todavía tenía los derechos de lo que había pasado por la tele, había que armar un nuevo montaje de modo que se pudiera vender en el mercado de video sin tener abogados gritándose.
Con la idea de llegar para Navidad, la cosa se apuró un poco. Y por “un poco” en realidad quiero decir “a niveles de un programa de tele de la tarde”. Así fue como nació el ¿tercer? corte llamado The Godfather: Complete Epic, que bueno, tan Complete no era porque duraba 45 minutos menos que la copia que se había visto en la tele.
Al año siguiente, la tele recortó la versión que había pasado achicándola a solo dos horas y media.
Para principios de los años noventa, con El Padrino III (The Godfather, Part III, 1990) al caer (a un precipicio, sinceramente), Coppola no tuvo mejor idea que reempaquetar The Godfather: Complete Epic, pero cambiándole el nombre a The Godfather: The Epic 1901-1959. El corte era exactamente el mismo.
Para cuando El padrino III salió en video, lo hizo de forma de “corte del director” con unos diez minutos de más.
Para fines de la misma década, la televisión volvió a la carga con la versión del 74, pero con cambios de época: volvieron algunas escenas sangrientas y no hizo falta morigerar las puteadas, aunque el mamotreto duraba 15 minutos menos que la primera vez que se pasó. No que la segunda, porque… Bueno, se entiende.
¿Me estás siguiendo? ¿Estás anotando todo?
Y llegó el Laserdisc. Y ahí Coppola lanzó The Godfather Trilogy: 1901-1980 que era medio la misma de antes, pero con sonido THX y algún cortecito acá y allá. Te pondría que número de versión es, pero ya me perdí.
La cosa siguió más o menos así entre tele y mercado de video. Dios sabe qué está disponible para ver hoy en día y qué no. Y todo esto para hacer una afirmación y una pregunta: primero que nada, perdón si no me resulta excitante que haya una nueva versión de El padrino III para ver y: ¿Vos cuál versión habrás visto, no?
Nos quedaremos con esa duda para siempre.