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45 – Tres documentales sobre tres películas

Publicado el 26 de noviembre de 2020

Vivimos en un país donde un concepto ya establecido en otras partes del mundo prácticamente no existe: los documentales sobre cine.

A excepción de Un sueño hermoso (2019) que no me canso de recomendar y algún que otro esfuerzo que anda desperdigado por ahí, la necesidad de revisión de la historia o los personajes del cine está prácticamente ignorada.

No parece extraño en un país que parece condenado a perder casi la totalidad de su patrimonio fílmico más temprano que tarde con la perpetua dilatación de la implementación de una cinemateca.

En otros países, que en su mayoría sí la tienen, la cosa es bastante distinta. Y lleva varios años.

No creo que exista una forma de establecer una línea de tiempo de la historia de los documentales sobre películas, pero voy a hacer el esfuerzo:

Quizás estas películas con las que hoy nos alegramos en mayor o menor medida (no sé, pienso en Hitchock/Truffaut (2015) de Kent Jones o en De Palma (2015) de Noah Baumbach y Jake Paltrow) son hijas de medios más toscos o menores.

Si nos remontamos a los últimos veinticinco años, la cosa fue más o menos así: estaban los materiales promocionales de las películas, en base a los cuales se hacían programas de televisión que hablaban de “los rodajes” y “los efectos especiales” (Contacto visual, anyone?) a freakshows sin mucho sustento (pienso en Trekkies (1997)), donde la gracia eran “los raritos que les gustan equis películas” y no las películas en sí.), a ensayos de sitios de streaming y ahí, me parece, la cosa mutó bastante.

Para el momento donde Youtube era un lugar donde proliferaban más los videos de Leave Britney Alone que las mega producciones de Contrapoints, Vimeo era el lugar para los que querían hacer algo diferente: y de paso tirar “no tengo tele en mi casa” si tenían la oportunidad.

Vimeo, que todavía existe, llegó a su techo muy rápidamente y hoy, supongo, sobrevive de que Youtube no da la posibilidad de tener películas con contraseña para mandar de evaluación a festivales de cine.

Pero en ese momento (no sé, hace diez años o así) Vimeo era el lugar donde a) se inventó la “estética Canon 5D” que tanto daño le iba a terminar haciendo al video de internet y b) empezaron a aparecer extraños ensayos visuales sobre directores y películas cuyos derechos, por supuesto, nadie pagaba.

No tengo pruebas, pero tampoco tengo dudas de que toda esta oleada de “documentales de cine un poco menos making y más al hueso” como podría ser el caso del genial Room 237 (2012) no hubieran existido nunca si no hubiera habido video essays sobre encuadres y locuras visuales.

De ese choque es que tenemos hoy para ver películas como las que nombré más arriba y ejemplos, porque claro: para ahí estaba yendo, como la obra reciente de un director que empezó de una manera y terminó de otra muy distinta.

Se llama Alexandre O Phillipe y es suizo. Sí, no suena a la nacionalidad ideal para hacer documentales de cine predominantemente americano, pero nadie es profeta en su tierra.

Philippe asomó la cabeza hace ya algunos años con dos película que bien se podrían catalogar como los freakshows de los que hablaba más arriba: The People vs. George Lucas (2010) y Doc of the Dead (2014).

En The People vs. George Lucas (2010) muestra muchos fans desencantados con el director de La guerra de la galaxias (1977) y la llegada de las precuelas. Si la veíamos en la época, podía ser un concepto simpático (aunque ya medio que era un nicho documental por aquel entonces), pero si le ponemos “ojos de hoy” medio que nos quedamos con algo que a) no pasa de cualquier cobertura de cualquier Comiccon en cualquier parte del mundo y b) sienta las bases del fandom tóxico y, como definera genialmente el querido José Tripoderorugbier del cine de superhéroes.

Por otro lado, en Doc of the Dead (2014) se metía con otra “moda” de la época: los zombies. Y quizás cuando digo esto te corra un escalofrío por la espalda: ¿te acordás de “la época de los zombies“? Bueno, era un documental sobre esa “cultura” que, si nos vamos a poner serios, le daba el mismo peso a los organizadores de una zombie walk que a George Romero.

Claro que esta entrega del newsletter no es sobre “mirá este boludo, hace todo mal” sino todo lo contrario: es una historia de superación.

No tengo la menor idea qué perseguiría Philippe con sus primeros esfuerzos ni en qué estaría pensado. Lo bueno es que después de tanto “contenido Comiccon” el bueno de Alexandre (ya somos íntimos, después de que le dije que sus primeros hijos le salieron feos) repuntó y cómo.

Sus películas dejaron de ser un compendio de gente gritando “siendo freak en cámara” y pasaron a tener una profundidad pasmosa. Y metió tres en tres años.

La primera que me sorprendió gratamente (por no decir “me voló la peluca”) fue 78/52 (2017) cuyo título hace referencia a las 78 posiciones de cámara y 52 cortes que tiene la escena de la ducha en Psicosis (1960) de Alfred Hitchcock en sus 45 segundos de duración.

Sí, un documental de hora y media analizando una secuencia de 45 segundos.

¿Suena a mucho? La verdad que no, porque en esa hora y media lo que hace Philippe es reflexionar sobre el cine y su forma visual y meter (sobre todo a los neófitos) en un mundo de profundidad impensada.

La película vino pocos años después de Hitchcock/Truffaut, que nombre más arriba: un documental que prometía mucho más de lo que terminaba dando y que nos dejó a todos con sabor a poco.

Y Philippe no se quedó ahí: dos años después no hizo uno sino dos documentales sobre clásicos del horror.

Dos documentales alejados de la trivia de IMDb que pasó como una bomba de napalm por el “periodismo de cine” fabricando miles de “cinéfilos” que repiten todos los mismos datos como si esa fuera saber, o mejor aún, entender qué es el cine.

El primero de los dos fue Memory: The Origins of Alien (2019) donde explora Alien, el octavo pasajero (Alien, 1979) de Ridley Scott desde un costado absolutamente nuevo: sus conexiones con el arte y la mitología.

Philippe logra, con esta película, convencer a propios y también a ajenos. Si conocés a alguien que diga que las películas de terror son un espectáculo menor (aunque no lo creas, aún existen y algunos hasta escriben sobre cine profesionalmente), te recomendaría que los rumbees para este lado.

Y ese mismo año entregó la segunda, que estuvo de gira por festivales y recién esta semana (¿o la anterior? Con la pandemia nunca se sabe) apareció via captura de streaming no disponible en nuestro territorio, en el protocolo Bittorrent.

Como venía de hablar de Alien, en la siguiente decidió ir por algo más tranquilito y agarró El exorcista (The Exorcist, 1973) de William Friedkin.

A diferencia de Friedkin Uncut (2018) de Francesco Zippel que salió el año pasado, un esfuerzo que quizás era demasiado general y medio un torro, en Leap of Faith: William Friedkin on the Exorcist (2019), Philippe se mete, al igual que con la de Alien, a hablar de un tema tangencial: la fe.

Y ahí es cuando Friedkin se abre realmente y termina, por supuesto hablando de cine, de su forma de hacerlo y de su forma de verlo.

Si tu amigo sigue pensando lo mismo del cine de terror, acá tenés un lindo doble programa.

(Un off topic que no tanto: Friedkin es uno de los más hábiles declarantes que existen. Creo que ya lo recomendé, pero igualmente: este episodio de WTF del insoportable Marc Maron es una clase de cine de dos horas y pico. De nada.)

Deseo de todo corazón que no hayas llegado todavía a todo esto, porque te espera un fin de semana lleno de emociones.

Sé que no sos el tipo de persona, porque si no no estaría leyendo estos envíos, pero nunca se sabe: los documentales son un mundo maravilloso, solo hay que perderles el miedo.

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