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30 – Los jóvenes viejos

Publicado el 10 de agosto de 2020

Full disclaimer antes de empezar. Sí, Federico Rotstein es mi amigo. Sí, hago un podcast con su hermano Sebastián. Sí, tengo muchos amigos haciendo películas o trabajando en ellas. No: no hablo bien de todas por default.

Bien, pasado el trámite, vamos.

Satori Sur (2019) es un documental que logra transportarnos a una época que nadie puede definir muy bien con términos correctos ¿la generación beat? ¿los beatniks? ¿los comienzos del rock nacional? ¿hippies? ¿anti hippies?

Existen algunos buenos ejemplo documentales de esa época, que van desde Argentina Beat (2006) de Néstor Gaffet hasta la oscura y genial Se terminó la épica (2015) de Matilde Michanie, pasando por el muy simpático corto El día que los Beatles vinieron a Argentina (2015).

También hay esfuerzos narrativos de la época como Escala musical (1966 ¡con los Shakers!) de Leo Fleider o la absolutamente pop El extraño del pelo largo (1970), de Julio Porter.

Y aun así, Satori Sur es una película que no resulta redundante. Se concentra en un personaje y un poco en dos, también.

Dos personajes que viven en lugares opuestos del mundo, que estuvieron comunicados en aquella época y que ahora, en la época de las sobre comunicaciones, a duras penas puede sobrevivir a una llamada de Skype.

Satori Sur es la historia de Miguel Grinberg, periodista, escritor y miles de cosas que se van sumando como hippie, rockero, meditador trascendental, padre de la escena musical vernácula y varias firmas más.

La película es su historia y la de su relación con Jonas Mekas (1922 – 2019), director de cine experimental lituano-norteamericano, padre del cine experimental yanqui y fundador de los Anthology Film Archives.

La película intenta unirlos después de muchos años a través de una llamada de Skype y, en un entuerto tecnológico, encuentra otro camino e historia para contar.

En un esfuerzo de producción sin precedentes, Míralos Morir se comunicó por Zoom con Federico Rotsein, su director, y nos contó todo:

“El mecanismo de rodaje fue dos equipos de filmación en paralelo uno en Nueva York y otro en Buenos Aires y un Skype.

El de Nueva York iba a ser yo con mi cámara, porque justo estaba de viaje ahí y alquilé un Airbnb que resultó ser de uno que le dirige los videoclips al guitarrista de Tame Impala, en 16mm, muy esa onda…

Vivo un par de días ahí y en un momento me pongo a hablar con el chabón, le cuento “Vine de vacaciones, pero voy a filmar un documental que estoy haciendo” y cuando le cuento que es Mekas y me dice “Yo soy fanático de Mekas. Acabo de verme todas sus películas, tengo hasta la Bolex que usó él. Si necesitás algo, decime.”

Una coincidencia increíble. Yo iba a filmar con mi clamara y no mucho más, el tipo tenía cámaras, micrófonos y vino de fotógrafo para conocerlo.

Al comienzo, yo me di cuenta que a Mekas no le copaba tanto la onda de “hablar del pasado entre dos viejos” y cuando empezó a andar mal el Skype y vio que estaba pasando otra cosa, le cambió el humor: “Esto es mucho mejor que lo que íbamos a hacer.”“”

Otro de los momentos de brillo del documental es su material de archivo, un bien escaso en producciones locales:

“El archivo es un drama: del recital Aquí, allá y en todas partes no hay nada. Solo había ¡fotos de un fotógrafo de Editorial Abril, el archivo de Abril desapareció, lo vendieron, se quemó, no se sabe.

De lo que está en la película las fotos y los superochos son del archivo de Miguel y algunas cosas del de Mekas. El resto es todo Archivo General de la Nación, Museo del Cine y Biblioteca Nacional.

Para mí el tema con los documentales es cómo ponés en escena lo que te cuentan para que no quede como que te lo están contando en la entrevista. La entrevista tiene que caer para una definición donde tenga sentido tener al chabón diciéndotelo. Si no, yo prefiero que haya archivo o fotos.

Y ahí traté de que tuviera de todo: el archivo del bombardeo con música de ahora: el uso del archivo más objetivo teñido por una música que, como Miguel lo vio de chico, tiene un aire un poco infantil. La llegada del rock es un noticiero con la voz de la época, y ahí ves como se percibía en ese entonces. Están las fotos, las cartas, Miguel hablando con Kreimer para poner en escena algo que si no, me lo estaría contando en una entrevista.

El archivo de Mekas es demencial, porque está ordenado por fecha, lugar y persona, es muy personal y funciona un poco como “la memoria”

Y tanto Mekas como Grinberg tienen como filosofía de vida: “Hay que vivir el presente y mirar para adelante.” y los dos guardan todo el archivo posible. Esa contradicción me copaba. Mekas diciendo “No: es el presente, el presente, pero vení acá atrás que el 80% de mi casa la uso para guardar mi archivo.”

Además del archivo, la película tiene un acercamiento algo parecido al que tiene Errol Morris con sus sujetos documentales:

“Al principio lo pensé sin entrevista, y después al toque de estar con Miguel me di cuenta que es un tipo que tiene mil cosas para contar.

Y ahí empezó otra duda que es: cuando hacés una sola entrevista y tenés un personaje excluyente ¿dónde la hacés? Después la hacés en el living de la casa y quedás atado a que esa es la locación y el escenario y termina siendo algo muy preponderante y formal en el registro de la película.

El empieza a meditar y dice “Yo me meto en un vacío donde uno se conoce como es” y ahí empecé a pensar en ese limbo blanco y en el interrotron.

Armamos un interrotron argentino con el fotógrafo Matiás Iaccarino. Alquilamos un teleprompter de los que se usan en publicidad para pasar la letra y le conectamos una MiniDV, todo muy casero.

Entonces Miguel me veía a mi en el teleprompter y en realidad estaba mirando a la cámara. No quería que su entrevista fuera mirando al costado. Lográs que le hable al espectador, es su historia, tiene una lógica que le esté hablando directo al público.”

Y hasta está calculada con precisión quirúrgica esa forma de ese acercamiento:

“No me acerqué como “Soy un fanático de lo que hacés y te quiero hacer un tributo” si no “Queremos hacer una películas obre vos”.

Entonces tuve una relación formal de director / actor o documentalista / documentado, pero traté de no entrar en la de “Maestro” y dorarle la píldora.

Tuve una relación muy correcta, hablé con él un par de veces después, le fui a mostrar la película y no volví a hablar. Quedamos en muy bueno términos y hablo con la mujer cada tanto.”

El resultado es, como vengo diciendo desde el principio, una de las películas más frescas e interesantes del año, seas un iniciado en el tema o no sepas nada de él.

La decisión de estrenarla en digital quizás no sea la más feliz, porque es una película linda para ver en sala, pero la coyuntura actual hizo que varios parámetros cambien:

“No hay un horizonte ahora, que podés decir “bueno, la banco porque se que en Octubre estreno” No hay una luz al final de túnel. Y también porque pensamos que cuando vuelvan los cines, además de que van a estar a menor capacidad, va a haber mil cosas para estrenar y encima es una película chica que no va a poder competir con nada. Incluso el Malba y Lugones, que eran nuestros objetivos y que estaban medio confirmados ya, deben tener una fila larga de gente para estrenar.

Hablamos con los dos a comienzos de año y nos dieron “Bueno, tenemos pelis hasta mediados de año” Y ahí dijimos “Perfecto, estrenamos julio, agosto”, pero bueno: todas esas películas que tenían confirmadas, seguramente tomaron el mismo camino nuestro de ir por Cinear o estén ahí cuando termine todo esto.

Se puede estrenar después, pero hay que ver si a los que tienen las salas después quieren estrenar algo que estuvo ocho semanas online. Se puede ver en sala, o se la banca de forma digital esta película.

Había algo mío romántico de estrenarla en el cine. Y si la estrenaba en el cine Miguel Grinberg, Kreimer… todos los que participaron y el séquito que rodea a esa gente, estaba bueno para ellos, para darle un marco y hacer una “ceremonia” para Miguel, ese era como mi idea.“”

Hablé hace no mucho de otro documental al que le estaba yendo genial con los estrenos digitales en pandemia vía Cinear. Esperemos que este corra la misma suerte, porque se lo merece.

La podés ver desde hoy y por ocho semanas por la módica suma de 30 pesos en la página de Cinear.

Acordate que puede que pasado ese tiempo se complique verla, así que como ya dije con Un sueño hermoso: es ahora.

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