Estamos a horas del inicio de una nueva edición del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata. La gestión libertaria de la cultura tendrá, por primera vez, la posibilidad de demostrar qué es para ellos un festival de cine. Igualmente, no faltan indicios sobre cuál es el espíritu que se busca imponer de acá en adelante, y vamos a intentar realizar una síntesis con la certeza de que pronto esta nota se quedará corta frente a la cantidad de hechos insólitos que suceden día a día. Un festival para cenar pavo y oreo frita El pasado lunes 11 de noviembre en el Cine Gaumont se llevó adelante el evento en el cual se debía anunciar la programación y dar a conocer con qué nos encontraremos del 21 de noviembre al 1° de diciembre en la ciudad balnearia. Pero, en su lugar, asistimos a lo que fue más una “presentación en sociedad” de los nuevos directores artísticos. Jorge Stamadianos y Gabriel Lerman entraron como codirectores muy avanzado el año, luego de que renunciaran Fernando Juan Lima y Pablo Conde, que ya se encontraban trabajando con una estructura diezmada producto de numerosos despidos. Equipo de comunicación, catálogo, programadores y prensa sufrieron drásticas modificaciones -recordá esto porque va a ser importante más adelante-. Tampoco hay que olvidar que la edición del año pasado se dio en medio de la campaña por la segunda vuelta electoral y sufrió un ajuste importante. Por ejemplo, su grilla y su catálogo no pudieron imprimirse y sólo estuvieron disponibles en formato digital. Pero cuando la nueva dupla directiva sostiene que va a hacer un festival más grande y mejor que el anterior, hay que señalar que este año ni siquiera hay grilla ni catálogo. En ningún formato. Cualquier autoridad de un festival, por más pequeña que sea su infraestructura, sabe presentar su programación mediante ideas, destacar actividades y títulos para la mirada cinéfila. Son ellos quienes, se supone, que conocen la grilla de punta a punta y nos dan pistas de lo imperdible y de las joyas escondidas. Pensemos en Javier Porta Fouz, director del BAFICI, que te hace una recomendación especial si le decís directores que te gusten. O en Roger Koza que puede explicar largamente la importancia de cada título del FICIC. Gabriel Lerman fue el primero de los directores artísticos en hablar y dio un muy largo discurso fuertemente autorreferencial sobre su camino como periodista y miembro de la Asociación de la Prensa Extranjera de Hollywood, hasta llegar a este cargo. Con detalles fallidos como reconocer que nunca asistió al Festival de Mar del Plata, aunque justificado porque, como votante de los Globo de Oro, no tenía permitido viajar en esas fechas. Jorge Stamadianos habló luego y su discurso también explicó un poco de él mismo. Intentó que su ponencia quede mejor encuadrada dentro del contexto y partió de la pregunta “¿por qué hacer un festival de cine?”. Como respuesta armó un texto que da un pantallazo de la diversidad de historias que se podrán ver este año sintetizadas en la idea de “pinta tu aldea y pintarás el mundo, esa frase quizás sea una clave del por qué se hace un festival, si pudiéramos ver todo lo que un festival ofrece, verían 163 cortos y largometrajes, 163 puntos de vista, 163 formas de pintar una aldea”. Una película de cuatro mil pesos o le devolvemos su dinero El valor de las entradas es otro de los temas centrales. El año pasado tuvieron un costo de $400 y apuntaban, como siempre, a una posibilidad de acceso amplia, con especial atención a estudiantes y jubilados. Este año el precio ascendió a $4.000, más el costo de servicio y, si no te das cuenta, también te enchufan un seguro para la entrada, prestá atención. En la presentación, a Stamadianos lo asaltó un espíritu interactivo y empezó a pedir que levanten la mano quienes querían ver 6 películas por día. Luego se publicó el valor y ahora podemos calcular que quienes levantaron la mano, entonces, gastarían 240 mil pesos en entradas, casi un salario mínimo. Y este año, aparentemente, no habrá descuentos para jubilados y estudiantes. Digo aparentemente porque en entrevistas posteriores, mientras Carlos Pirovano lo justificó diciendo que los jubilados ya tienen entradas promocionales per se, Lerman dijo que hay que chequear ese dato porque le parece que sí van a tener. La certeza va a estar en la boletería. Según sostuvo Pirovano en una entrevista en La Nación, “si yo le pongo un valor de 400 pesos a una entrada vas a sentir que estás viendo una película de ese nivel. El valor de la entrada jerarquiza la película”. Por su parte, Lerman en otra entrevista en el programa Cinefilia dijo “nosotros nos enteramos junto con ustedes los precios” y entendió que la gente va a valorar que va a poder ver a Jason Reitman en persona y que “vamos a pasar Wicked que ya va a estar estrenada, pero la diferencia es que nosotros la pasamos porque viene Pablo Helman. Aquel que le guste el cine no se va a querer perder la explicación de cómo se hicieron los trucos, me imagino que la gente tiene que aprovechar esa ocasión”. Además, en la misma nota destacó que “tenemos un saludo muy especial de una superestrella de Hollywood que está tratando de meter su última película en la competencia por los premios” y, en definitiva, terminó de aclarar que esa será su identidad de aquí en adelante, que aspiran a que haya muchas más películas que están compitiendo por el Oscar que en ediciones anteriores y que van a adelantar la fecha para que no caiga en el Día de Acción de Gracias que es el feriado más importante de Estados Unidos y quieren intentar traer más figuras. Esto es lo que para esta gestión jerarquiza el festival, para un panorama mundial que suele ser cubierto en las distintas secciones, tener un visor reducido hacia la fascinación por Estados Unidos es, sin dudas, una pérdida de contenido por más que se quiera vender como un estándar de calidad. Durante la presentación se anunció la alianza colaborativa con el Ente Municipal de Turismo y Cultura de General Pueyrredón, que coproducirá esta y las próximas tres ediciones, y la participación de Banco Galicia con premios económicos para ganadores de algunas competencias, entre otros agradecimientos a institutos educativos que aportan estudiantes que trabajarán como voluntarios en distintas labores. Mientras tanto, se insiste con el dato falso de que es la primera vez que hay un país invitado. Al mejor estilo Manuel Adorni, a pesar de que ya se desmintió en más de una oportunidad, refuerzan la idea de que crearon la figura del “país invitado de honor” cuando es tan sencillo como revisar catálogos de los últimos años y encontrar que, sin ir más lejos, en la edición 32 fue Corea. Casi sin premios independientes En octubre, numerosas asociaciones que formaban parte con actividades, paneles y entregaban premios no oficiales dieron de baja su participación, lo que significó un momento determinante para establecer distintos posicionamientos en relación a este festival. En un momento revoltoso quedaron en contraposición los que creen que defenderlo es sostener sus espacios dentro y quienes no creen que haya forma de participar sin avalar políticamente. Hay que recordar que durante el BAFICI se dio una ola de despidos en el INCAA que afectaban directamente a empleados del Cine Gaumont, una de sus sedes. Y en ese momento también sucedieron debates sobre si debía suspenderse el festival, si los directores debían retirar las películas, de qué manera debían reaccionar todos para dar “el mensaje correcto”. En esta ocasión, el desempleo en la industria se profundizó y el Festival de Mar del Plata no inició gestiones para que las asociaciones de profesionales participaran: esto usualmente incluía invitaciones para jurados, traslado, hotel y acreditaciones para ver las películas a evaluar. Según Jimena Salas Perilli, secretaria de Relaciones Institucionales de la Asociación Argentina de Editorxs Audiovisuales (EDA), cuando ellos decidieron consultar a la organización, les pidieron entregar premios solo a películas argentinas y debían limitarlo a aquellas películas que envíen un link de visualización, porque no había financiamiento para enviar un representante del jurado ni ofrecían las mencionadas acreditaciones. La situación, compartida con otras asociaciones, llevó a despoblar la sección de premios independientes en la que solo quedan cuatro entidades cuando el año anterior fueron veinticuatro. El festival de Torrent Si nos remontamos hacia abril de este año, podemos recordar al intendente de General Pueyrredón, Guillermo Montenegro, diciendo que la realización del festival no podía repercutir en el bolsillo de los vecinos y que su ideal sería que se hiciera “el festival de Netflix, de Star Plus o de HBO”. Eso marcó una esencia que no hizo más que consolidarse con el paso de los meses. Muchas películas de la programación llegan habiendo sido estrenadas en plataformas alrededor del mundo, algo que fue especialmente cuidado por la gestión anterior, que se encargaba de que el festival pueda proyectar películas de forma exclusiva o adelantar para la región los títulos más celebrados de otros circuitos. No es que la piratería esta vez ganó la batalla, sino que se impuso la pereza de no pensar una estrategia mejor. Este nivel de descuido llega hasta rincones complejos como que Pensando en él de Pablo César, que forma parte de la Competencia Argentina, figura en varias páginas como estrenada en 2018 y con varias críticas publicadas en su momento. Contrario a lo que en primera instancia establece el reglamento: “las películas programadas en cualquiera de las secciones no podrán ser estrenadas comercialmente en Argentina hasta finalizado el Festival”. En este mismo orden hubo un cambio en los últimos días, también dentro de la Competencia Argentina se anunció como jurado a Alberto Ponce y tuvieron que cambiarlo porque es el montajista de una película de la misma competencia, Lágrimas de fuego de Gabriel Grieco. Solo se habrán enterado de este cambio quienes vieron los posteos editados de instagram, ya que no se publicó ninguna fe de erratas y en los artículos que publicaron los medios sigue figurando como se comunicó originalmente. Mucho de esto podría tener encima un paño de benevolencia porque se trata de una gestión muy nueva que está haciendo lo que puede con lo que tiene, pero cuando la aparición de estos personajes vino acompañada de frases como que este año iban a hacer un festival más grande y, como dijo Gabriel Lerman en revista Meta, “no podemos seguir con la decadencia, el festival necesita recuperar su grandeza”, pusieron la vara en un lugar que evidentemente está muy lejos de su propio alcance. La última -por el momento- pata floja sigue siendo la comunicación. Pirovano explicó en redes sociales que cuando cerró la Subgerencia de Prensa y Comunicación había treinta personas trabajando y cuatro manejaban las cuentas en redes institucionales, hoy hay una sola persona designada por su desempeño como tuitero, como muchos funcionarios. Más adelante también en Revista Meta reconoció que eso puede llevarlos hoy a tener “una comunicación un poco más deficiente”. ¿Qué tiene que ver esto con el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata? Que cuando anunciaron a los nuevos directores publicaron los nombres y fotos al revés. O que las fotos de la presentación las hayan tenido que borrar y republicar no menos de tres veces por distintos errores de formato, que los textos de cada película sean sinopsis copiadas y pegadas del material que envían las productoras, que hablen en textos oficiales de películas nominadas al Oscar cuando eso se anuncia en enero o febrero y un sinfín de desprolijidades que no son propias de la categoría de este festival. Y es injusto incluso decirlo en esos términos, porque ningún otro festival, por más pequeño que sea, se maneja con semejante desidia y porque, en general, son llevados adelante por gente que primero y antes que nada, ama el cine. Hablando de Roma… Contracampo En el medio de todo esto se empezó a correr el rumor de que se estaba organizando un festival paralelo, esto creció hasta confirmar que se realizará entre el 22 y el 26 de noviembre en el Teatro Enrique Carreras de Mar del Plata una muestra que reúne a distintos directores y productores, críticos y trabajadores del cine “que se reconocen como público formado en y por el Festival”. Algunos de ellos decidieron no enviar sus películas para esta edición por la situación que atraviesa la industria local y por acciones particulares del festival y del INCAA. Allí se podrán ver títulos que la lógica dice que probablemente otros años hubieran sido parte de la programación oficial: Algo nuevo, algo viejo, algo prestado (Hernán Roselli), Senda india (Daniela Seggiaro), El repartidor está en camino (Martín Rejtman), El niño oscuro (Mercedes Arias y Martín Farina), entre varios otros. Además tendrán proyecciones de cine argentino en fílmico de la mano de Filmoteca en vivo y Cineclub Dynamo, presentadas por Fernando Martín Peña y Carlos Müller. Y se van a anunciar algunos paneles de debate. Al comienzo de esta movida había un reparo por no entender quiénes encabezan este espacio y cómo había sido la convocatoria. Con el correr de los días pudieron explicar que este evento no sigue la lógica política más tradicional donde una agrupación definida se expresa mediante un acto y responden todos a un único y direccional discurso. Sino que son la unión de voluntades que se aglomeraron alrededor de la intención de generar lo que hoy llaman un “encuentro de cine argentino”. Probablemente lo más interesante es que muchos de los que fueron despedidos y expulsados de su trabajo están ocupando un espacio en este evento. Las consecuencias están a la vista, un evento mejor comunicado, con spots y textos curatoriales hechos por gente con criterio profesional y conocimiento sobre cine en sus distintas aristas. Las dos iniciativas van a coexistir y posiblemente compartan público. Queda por ver la puesta en marcha de cada uno y de qué forma fluirá la información de uno a otro, así como potenciales acciones y reacciones. En el festival se definirá qué rol ocupan quienes sí asisten oficialmente en forma de jurados y miembros de las competencias. Qué contenido tendrá cada panel y cada instancia de intercambio dentro de un festival disputado entre tensiones. |