Viste que por acá el tema agenda medio que está dejado de lado y hablamos de películas de las que me voy acordando o andá a saber por qué. Pero la semana pasada pasó algo. “Qué” Se estrenó una película— “Bueno, qué novedad” Mirá, a como está el patio, la verdad que vamos a empezar a alegrarnos de eso también, pero dejame seguir. — que cierra una trilogía que se animó a hacer varias cosas distintas cuando en apariencia estaba haciendo “lo de siempre” Porque ese suele ser el “error” del cine de terror: la noción, para el ojo no entrenado (no porque no lo tengan, sino porque para ciertos géneros “les da paja”) de que “viste una, viste todas” Un “viste una, viste todas” que, generalmente se le atribuye al cine porno, así que quizás en una de esas ya sabrás de lo que stoy hablando. “Siempre te las arreglás para hablar de porno” ¿Vos decís? La única verdad es la realidad decía no me acuerdo quién (?) y este jueves vamos a hablar de MaXXXine (2024), la nueva película de Ti West. De West ya habló (a propósito de hablar de la genial The Sacrament (2013)) la querida Fer Mugica en los envíos de los martes, así que haré un breve vuelo de pájaro nomás para enfocarme más que nada en la trilogía. “Bueno, me parece bien” La suerte que tengo de que eso sea así. West empezó dirigiendo dos películas de horror que nadie vio y cuya factura no era la mejor: The Roost (2005) y Trigger Man (2007). Su salto a la fama vino al poquito tiempo con la que podríamos decir es su “primera película” dentro del canon que siguió después The House of the Devil (2009), lo que podría haber sido un ejercicio de estilo y terminó siendo mucho, pero mucho más. Y acá viene la parte donde ignoramos que ese mismo año dirigió por encargo La cabaña del miedo 2 (Cabin Fever 2, 2009) y dos años después la que sería una digna compañera de aquella “primera película”: The Innkeepers (2011). Dos años después se despachó con una de found footage que todos agarramos con cierta duda por la fatiga que había del género e hizo una genialidad: The Sacrament, que ya te nombré más arriba. Y después de esto, quizás el mayor misterio en una filmografía que, mal que mal, venía muy bien: In the Valley of Violence (2016), un western hecho y derecho que nos hizo ilusionar con que podía ser otra cosa, máxime estrenándose cerca de Frontera caníbal (Bone Tomahawk, 2015) de S. Craig Zahler, pero no: era un western nomás. Después del pifie West se guardó en la televisión, reapareciendo recién en el mundo del cine hace dos años con X (2022) y Pearl (2022) filmadas en rápida sucesión. Las películas lo ayudaron no solo a “volver” al cine sino a terminar de estar afianzado en el puesto sólido que le habían dado “las dos primeras” y que muchos otros tuvieron con más facilidad y menos contada de costillas de la crítica. Sí, te estoy hablando a vos, Eli Roth. MaXXXine llega a cerrar la trilogía que empezó en X, viajó al pasado en Pearl y al futuro en esta. Tampoco es que hay que ser físico nuclear: Maxine Minx, una de protagonistas de X mata a Pearl (ambos personajes interpretados por Mia Goth, quien se volviera una sensación después de esa patriada) y se convierte en una final girl hecha y derecha. Viajamos al pasado para saber de la vida de esas asesina vieja de la primera en Pearl y nos movemos en el tiempo un poco, hasta que Maxine ya es una estrella de porno establecida esperando que la edad la jubile al principio de MaXXXine. Bueno, explicado así… Sí, tampoco es para que te aprueben una tesis de grado en el Balseiro, pero bueno. Ahí estamos parados al principio de MaXXXine: en Los Ángeles en ¿1984? ¿1985? Lo que el personaje de Maxine quiere (esto es: pasar a las películas “normales” viniendo del porno) fue una fantasía de quizás el 99% de las actrices porno y a la que un número inferior al 1 pudo acceder, con ejemplos que para los que sobran los dedos de una mano: Traci Lords en los años ochenta que después del sonado escandalete que generó logró convertirse en un personaje pop, cantante, actriz en las películas de John Waters y Sasha Grey a mediados de los 2000, que entró en el cine de Soderbergh y alguna que otra cosa más tras su retiro del mundo triple equis. Estamos, para el momento en que sucede MaXXXine, en un punto de quiebre en la historia del cine porno, con la adopción definitiva del video, el abaratamiento de los costos de producción y, sobre todas las cosas, la conversión de un hecho público (ver películas en un cine) a un hecho privado (verlas en VHS en casa). Esto último está contado magistralmente en Juegos de placer (Boogie Nights, 1997) de Paul Thomas Anderson, cuando las películas de Jack Horner empiezan a ser incluso menos cuidadas que las que lo habían hecho famoso. Tenemos también, en la ciudad de Los Ángeles de ese momento estaba en vilo (cuándo no) por los crímenes del entonces llamado Night Stalker, que pocos meses después fue detenido y reconocido como Richard Ramirez, uno de los asesinos en serie más infames de la historia de Estados Unidos. De todo esto se nutre West para contar esta nueva historia que ¿cierra? esta trilogía. Pero no nos quedemos con eso solo. MaXXXine es, además, tremendamente cinéfila. Hay montones de guiños y referencias y demás que harían que incluso Tarantino diga “Che, pará un poco” Maxine apaga un puchito en la vereda del Walk of Fame en Hollywood. Lo hace sobre la estrella de Theda Bara. Y acá, justamente acá, es que nos vamos a desviar un poquito, porque quizás no sea un nombre que suene tanto en la cinefilia y es interesante, sobre todo en este contexto. Theda Bara fue la primera femme fatale de la historia del cine. “Quiero saberlo todo” Y quizás merezca un envío para ella sola, pero resumamos acá que tenemos que seguir: Bara había nacido en 1885, diez años antes que el cine. Y empezó modelando y actuando en teatro hasta que a la (larga, sobre todo para época) edad de 30 años logró un protagónico en cine. Y ahí fue cuando la Fox, que la tenía contratada, decidió inventarle una biografía, que tenía cinco años menos, que venía del desierto del Sahara y andá a saber cuántas cosas más. Algo, por cierto, sólo posible durante el cine mudo, donde si la escuchaban hablar se iban a dar cuenta que era más yanqui que la obesidad mórbida. Sumado a eso, dijeron que era bruja, que hacía rituales y miles de cosas más. El personaje ya estaba inventado, y el éxito no se hizo esperar. En los tan solo cuatro años que duró su carrera Theda Bara filmó casi cuarenta películas. El estudio que la había hecho subir a lo más alto del Olimpo cinematográfico fue el mismo que la bajó de un hondazo de la noche a la mañana en algún momento de 1919. Son varios los rumores: uno decía que se había casado con un productor muy celoso que no quería que trabajara, otro que la época de las vamps (o “vampiresas” como se llamaba a lo que después llamamos femme fatales) se estaba agotando y dando lugar a la de las flappers (unas chicas más desinhibidas y menos misteriosas) que aparecieron en el cine a partir de 1920. Bueno, tampoco hay que ser físico nuclear para entender el por qué de justo esta estrella del Walk of Fame. ¿Qué edad tenías cuando te diste cuenta de que las películas de terror también podían hacer lo que hacen los dramas sobre analizados? Y ya que dije Tarantino hace un ratito, dejame que haga “la milla extra”: No pude evitar, entre tanta cita cinéfila, tanta estética medio setentera exploitation de encuadres y colores y demás pensar en que esta era, y después de que lo diga se va a hacer un silencio incómodo, la Había una vez en Hollywood (Once Upon a Time in Hollywood, 2019) de Ti West. Uh, eso estuvo incómodo, eh. Pero pensalo un segundo: primero está el lugar donde sucede, después la forma en la que ese lugar está mostrado y contado, con una hsitoria de “periféricos” en ese mundo de estrellas, el factor true crime (si le podríamos decir así) que se cuela y de alguna forma se modifica independientemente de lo que pasó realmente, haciendo de la película una suerte de fantasía del “qué hubiera pasado”… ¿Sigo? “No, bueno, la verdad que…” Y dejame que te diga una cosa más, a riesgo de que ese silencio incómodo llegue del todo: me parece bastante más honesta MaXXXine que Había una vez…, pero, por si hiciera falta aclararlo, eso es absolutamente subjetivo y no debería importarte tanto. “…” ¿Qué pasó? “Te estoy metiendo el silencio” No sé qué haría sin vos. Pero, independientemente de lo que pienses, MaXXXine hace algo más que cerrar una trilogía: nos deja un mundo algo más esperanzador de lo que hubiéramos pensado en el cine actual. Nos muestra que se puede crear una propiedad intelectual como (les gusta llamarlas a los de marketing) que no tiene ningún basamento con nada que hayas visto antes. Una historia que se ramifica, que arma un universo y lo cierra sin mucho conflicto. Claro que se podrían hacer cien películas de lo que sale de la trilogía: la película del detective, la película del amigo de ella, la película del padre que la busca y así podría seguir hasta mañana. ¿Sabés qué es lo mágico que hace MaXXXine y, por consiguiente, la trilogía? Que obviamente usa el recurso de “irse por las ramas” que usan los universos de los superhéroes, pero lo hace con algún tipo de límite. Y esa, creería, que es la lección que nos tenemos que llevar de todo esto: que es posible crear universos nuevos de los que los espectadores no tienen ningún tipo de información que terminan funcionando en la taquilla. Bueno, tampoco es que vaya a pasar, eh. No tengo tanta esperanza. Pero con que cada tanto tengamos algo así, es un poquito más que cero. |