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222 – ¿Lo mismo de todos los años?

Publicado el 18 de abril de 2024

Llega ese momento del año. O esos momentos del año. Ya lo establecimos antes, pero igualmente, una vez más: Míralos Morir no sigue ninguna agenda, salvo por el Festival de Mar del Plata, Navidad y, claro, el Bafici.

Y si andás justo viviendo en un tupper, ayer empezó una nueva edición que termina el 28 de este mes.

Sí, que me lo hayan cambiado de día me rompe un poco el TOC y siento que estoy “entregando tarde”. Tengo la noción de que solía empezar los jueves, o nunca antes me sentí sucio (?) de mandar esto taaan tarde.

Como vengo haciendo desde el año pasado, peinaré el catálogo en busca de cosas que me resulten interesantes, que me den curiosidad, o como quieras llamarlo haciendo una lista de veinticinco películas “a las que iría”

Si es la primera cobertura de festival de estas que leés por acá, te hago la charlita técnica de todos los años:

“Esta guía de supervivencia es algo que me armé yo con los años y que me rinde a mí, no necesariamente es para todo el mundo: agarrar el catálogo, marcar las que nos interesan, agendarlas de modo que no se pisen y sacar entradas.

Ya si se quiere vivir como un profesional, si hay una película de la que no estamos segurxs y se pisa con otra, sacar entradas para ambas —teniendo en cuenta las sedes— para poder “escapar” a la otra en caso de que la situación lo amerite.

Y, como siempre, cualquier festival es una buena oportunidad para ver en sala películas que de otra manera suelen ser accesibles. Las nacionales, sabemos, suelen tener suerte esquiva si no frecuentamos en Gomón, así que el clásico adagio de “las nacionales a la larga las terminas viendo” a veces aplica y a veces no.”

Sí, volví a copypegar, qué te creés: “El público se renueva”

¿Que no voy a hablar de las escenas de peluquería que se vivieron en los últimos días con respecto al festival? Por favor, leé hasta el final.

Por ahora, la lista, barrida en orden de catálogo:


1. Fuck you! El último show (2024) de José Luis García

Nueva película de García, que ya nos había alegrado la vida con Cándido López, los campos de batalla (2005) y La chica del sur (2012) que promete ser un extraño documental de found footage, con los preparativos del show de presentación de After chabón de Sumo en Obras pocos meses antes de la muerte de Luca Prodan. Material que él mismo grabó en video en su momento y atesoró todos estos años. Quizás, solo quizás, sea finalmente una buena película sobre la figura del italiano, a quien casi desecraron con Luca vive (2002) de Jorge Coscia.


2. Una luz negra (2024) de Alberto Hayden

Creería que primer película de este director chileno que propone una suerte de Silvia Prieto (1999) de Martín Rejtman pero bastante más mortuoria: un hombre descubre que tiene el mismo nombre de un joven que acaba de morir y se obsesiona, quizás, un poco de más. No nos llega tanto cine chileno (si no es el “cine de plataformas”) así que quizás sea una buena oportunidad de descubrirlo.


3. En la piel de Blanche Houellebecq (Dans la peau de Blanche Houellebecq, 2024) de Guillaume Nicloux

Nueva película del (ya a esta altura) veterano director francés. Plantea una idea demente pero efectiva: el escritor Michel Houellebecq se anota en un concurso de imitadores de Michel Houellebecq. Con Michel Houellebecq haciendo de Michel Houellebecq, en lo que debería ser la respuesta francesa a ¿Quieres ser John Malkovich? (Being John Malkovich, 1999) de Spike Jonze. O no, nidea.


4. Corresponsal (2024) de Emilio Serra

Un thriller política ambientado en 1978 en la Argentina, con un corresponsal de prensa afín a los dictadores que termina con el arresto de un médico exiliado. Da la esperanza de que empiece a haber películas testimoniales de este tipo, y no los Billiken que vimos de jóvenes. Tiene un tufillo (afortunado, por cierto) a La larga noche de Francisco Sanctis (2016) de Francisco Márquez y Andrea Testa, pero viste cómo son de engañosos los catálogos.


5. Hombre muerto (2024) de Andrés Tambornino y Alejandro Gruz

Tambornino tiene una carrera difusa: fue uno de los directores de una de las mejores películas del nuevo cine argentino, El descanso (2002), además dirigió una comedia bastante maravillosa hace algunos años, SOS Ex (2008). En este caso, ¿dirige un western? o ¿algo que podría serlo? con un forastero que llega a un pueblo buscando a alguien que mate al dueño de la mina que tiene paralizado el trabajo en ese lugar. Como mínimo da intriga, por lo clásico de la propuesta y por lo que puede llegar a ser finalmente.


6. Nunca fui a Disney (2024) de Matilde Tute Vissani

Primera película (o eso entiendo) de la directora. Una coming of age en San Bernardo fuera de temporada, con una familia que se va rompiendo conforme pasan los días. Si, quizás no te esté invitando a una caminata por la pradera inglesa, pero me dio intriga.


7. Henry Fonda for President (2024) de Alexander Horwath

Mirá, esta película sí que puede ser un arma de doble filo, porque Horwath fue, durante muchos años el director del Museo del Cine vienés y de la Viennale. Y el segundo dato puede ser de importancia, teniendo en cuenta que es su primera película: intenta, por medio de material de archivo, reconstruir la historia de Estados Unidos en la figura de Henry Fonda. ¿Por qué digo arma de doble filo? Porque si alguien que se la pesó dictaminando el gusto de todos con la programación de un festival llega a hacer una porquería tenemos un “Ya nacen así” hermoso y si no, capaz que descubrimos un director. Win Win.


8. Otra piel (2024) de Patricia Correa

La nueva película de la documentalista chilena se centra sobre la figura de Miguel, un taxidermista de animales exóticos y mascotas. Me dio vibras de El aura (2005) y capaz por eso me dio tantas ganas, pero no tenés por qué hacerme caso, eh.


9. Un actor malo (2024) de Jorge Cuchi

Una de “cine dentro del cine”: dos actores en ascenso finalmente consigue trabajo en la nueva película de un director prestigioso. Por lo que augura la sinopsis, se complica. Daría la sensación de que es una comedia negra. También es mexicana y “comedia” en ese paós es un término algo… elástico, por ponerlo en térninos amables. Su director trabajó muchos años en publicidad. No sé por que me empeño en poner los red flags y no los méritos, pero me llamó la atención.


10. El romántico (2024) de Belina Zavadisca

Tercera película documental de Zavadisca, que había dirigido la algo demente La ciudad de las réplicas (2016) —está ¿estaba? en Cine.ar hasta donde sé— sobre la figura de Bruno Gelber. Qué querés que te diga, después de leer Opus Gelber de Leila Guerriero, a mí dame a nuestro Liberace por intravenosa.


11. Uncropped (2023) de D. W. Young

No sé si sabrás quién es James Hamilton, pero por las dudas: es un fotógrafo neoyorquino que se dedicó a documentar la escena artística de la ciudad durante buena parte de los años setenta y ochenta. Muchas de esas fotos que hoy son remeras, son de él. Este es un documental sobre su carrera.


12. La Generación del 60: La amistad que no se conocía (2024) de María Adela González

Quizás no sea de público conocimiento, pero Manuel Antín y José Martinez Suárez, a pesar de ser de la llamada Generación del 60, estaban en las antípodas. Este documental recrea la época, la explica (¡finalmente!) y tiene una larga entrevista de ellos dos “haciendo las paces” Si te gusta el cine, es una de las que sí o sí, creería.


13. Ospina Cali Colombia (2023) de Jorge de Carvalho

Reconstruido con material de archivo, este documental portugués intenta dar forma a (aún otra) película sobre la figura del cineasta colombiano Luis Ospina, que dejara esta dimensión algo temprano hace algunos años, y a quien se le atribuye buena parte del mérito del cine colombiano moderno.


14. Moto qué?!!… MOTOCHORROS (2024) de Luis “Hitoshi” Díaz

No todos los días uno de los lectores destacados de este newsletter estrena una película en un festival. En este caso Hitoshi, un viejo lobo de mar por más que se vista de joven, hizo un documental sobre la banda punk chilena Motochorros. ¿Qué soy? ¿Un insensible que no la iba a poner?


15. San Pugliese (2024) de Maximiliano Acosta, Santiago Nacif y Lola Winer

Documental sobre Osvaldo Pugliese que se centra no tanto en su carrera musical sino en su don más importante: la cualidad de romper la mufa y traer buena suerte. Quizás no sea una costumbre muy expandida fuera de la música y los estudios de radio, pero sus estampitas están siempre colgando en algún lugar.


16. Señor Jazz, la película de Carlos Inzillo (2024) de Federico Sotelo y Javier Hornos

Documental sobre la algo escondida figura de Carlos Inzillo, programador hace ¡cuarenta años! del ciclo Jazzología en el Centro Cultural San Martín. Siendo el personaje apasionado que él, un documental sobre su vida y sus obsesiones ya debería valer el precio de la entrada.


17. Realm of Satan (2024) de Scott Cummings

Como parte de la programación de Nocturna, llega este documental sobre las vidas cotidianas de un grupo de satanistas. Sí, no es que no existió Hail Satan? (2019) de Penny Lane hace unos años, pero viste algunos temas realmente importantes (?) dan para varias películas.


18. Steppenwolf (2024) de Adilkhan Yerzhanov

También parte de Nocturna, una película kazaja (esto es, de Kazajistán, como Borat (?)) cuenta la historia de una madre que recurre a un investigador poco ortodoxo (por llamarlo de alguna manera) para que encuentre a su hijo. ¿Cuántas películas de Kazajistán viste? Bueno, acá tenés la primera.


19. Vampiro humanista busca suicida con consentimiento (Vampire humaniste cherche suicidaire consentant, 2023) de Ariane Louis-Seize

Película canadiense de vampiros sobre una no-muerta que no puede matar, y se las rebusca para conseguir sangre como puede. Con cierto tufillo a Wristcutters: A Love Story (2006) de Goran Dukic, que se pudo ver en un Mar de Plata que cuando no habías nacido (?) que da ganas de explorar.


20. Walid (2023) de Areel Abu Bakar

Película malaya, también parte de Nocturna. Ya con eso deberías ir corriendo a sacar una entrada. Con las alegrías que nos dio Nocturna en su historia y máxime teniendo en cuenta las alegrías que nos dio el cine malayo en los últimos tiempos, que además promete tener la pelea más larga de esta edición del festival y, a juzgar por lo que suelen programar, de los 25 años del Bafici.


21. Neirud (2023) de Fernanda Faya

Una de fotos familiares que sí vale la pena: porque no reflexiona sobre la vez que tus papis te llevaron a Disney en el uno a uno, porque la directora intenta reconstruir, con algo de material de archivo y su historia familiar, la vida de su tía: luchadora de catch, negra y lesbiana. En una edición como esta, donde conté (y evité) al menos cinco películas de “vuelve a su pueblo y…” esto es una brisa de aire fresco.


22. Tiempo de pagar (2024) de Felipe Wein

También parte Óperas primas, me conquistó por la sinopsis, que habla de una tarde algo agitada en la vida de un cambista, o arbolito si querés hablar en porteño. Microcentro porteño, chantas, cosas. La cosa sana.


23. Italpark (2024) de Juan carlos Domínguez

Los mejores documentales son esos que estaban ahí para hacer, pero nadie lo había hecho. Porque los que fuimos lo tenemos como parte de nuestro léxico siempre, los que no lo ven como una figura más mítica de lo que realmente era: material de archivo y la historia del Disneyworld porteño.


24. Botas rosas (2024) de Tomás De Leone

Nueva película de De Leone, que nos había alegrado mucho la vida (por usar un término luminoso para una película tan sombría) con Un sueño hermoso (2019). En este caso se mete con la historia de Isabel Palacios Costa, sobrina nieta de Alfredo Palacios, que inspiró la canción La chica de las botas rosas de La Joven Guardia y se metió en más quilombos que Patty Hearst. Te convencí.


25. Después de Un buen día (2024) de Néstor Frenkel

Última, pero solo por orden de catálogo, la nueva película del querido Néstor Frenkel. Y es, para no perder la costumbre, una película sobre otra película. La película es Un buen día (2010) de Nicolás Del Boca, quizás el mayor hit de culto del último tiempo por nuestras tierras. Frenkel hay que ir a ciegas, con este tema qué decirte.


Y un poco te mentí, porque no eran 25 solo: porque en los Rescates de todos los años, entre medio de películas de Tengiz Abuladze, Jacques Rivette o Georg Wilhelm Pabst, podemos encontrar Enredos de oficina (Office Space, 1999) de Mike Judge, Después de hora (After Hours, 1985) de Martin Scorsese y La captura del Pelham 123 (The Taking of the Pelham 123, 1974) de Joseph Sargent o, como nos gusta llamarla a los cinéfilos, la mejor película de todos los tiempos.

Adicionalmente, son interesantes los homenajes a Eva Landeck y Jorge Polaco por razones opuestas: en el primer caso, nadie duda del mérito, en el segundo ¿en qué estarían pensando?. Debo confesar que dan más ganas de ver el documental Jorge Polaco (2024) de María Onis que de tener que pasar otra vez por el trauma de ver un opus del pésimamente llamando John Waters argentino. Las presentaciones del Museo del cine, sobre todo el rescate del material magnético de El banquete telemático de Federico Klemm, son hermosas como siempre. Hay focos al italiano Giacomo Abbruzzese, al portugués Rodrigo Areias y al chileno Cristián Sánchez, que no debe ser confundido con el ex de Valeria Britos, que no debe ser confundido con Edinson Cavani. Pero no nos distraigamos porque—

Vuelve a llamar la atención, como el año pasado, en este caso un ¡foco! a Gonzalo García-Pelayo con ¡siete películas! filmadas entre el año pasado y este. Googleá a este personaje y entrá en un rabbit hole de LCDLL.

La sección Trayectorias como todos los años trae “las nuevas” de directores que podríamos catalogar como “festivaleros”: Bruno Dumont, Cédric Kahn, Julio Bressane, André Téchiné, Cristi Puiu, Bruce Labruce y, como no podía ser de otra manera, hay una nueva película de Hong Sangsoo—




—porque qué seríamos sin el mejor meme de todos los tiempos, aunque volviendo un segundo a Trayectorias, toma una importancia que no tuvo antes, teniendo en cuenta que esas películas, en este contexto, es muy probable que ya no lleguen al llamado “circuito alternativo”, pero sí: qué seríamos sin el mejor meme de todos los tiempos.

Pero no nos demoremos, porque primero la lista y luego, el análisis:

Si bien, como hice con la charlita técnica, podría copipegar lo del año pasado de “metieron los cortos con los largos en las mismas competencias para engordar el catálogo”, este año Bafici cumple 25 años.

Y lo está celebrando en un contexto que… bueno, eso viene después. Lo está celebrando, diciendo que “tantos cientos de películas”, como siempre, usando a acepción que usan los publicitarios cuando hablan de spot de un yogur sudado de treinta segundos como si fuera Sátántangó de Bela Tarr: “película”

Las películas sin entrecomillado son los largometrajes y, a vuelo de pájaro, daría la sensación de que estamos ante un miti miti similar al del año anterior, pero con un “25 aniversario” dorado pegado en la vidriera de una panadería.


Primero la lista, luego el análisis y, por último, el drama:

Hubo mucho run run en los últimos días sobre la posición política del Bafici y sobre sí ir al festival significaba una toma de posición a favor o en contra de determinado partido.

Dejame que lo resuma a la mínima expresión: estamos hechos mierda.

Y ahora dejame que lo expanda un poco más: esta nota de Monteagudo en Página habla de un “sospechoso silencio” del director del Bafici sobre lo que está pasando en el cine argentino, que motivó esta respuesta en Twitter del director del festival.

N de R: dos personas que se conocen hace por lo menos treinta años que se podrían haber llamado por teléfono, pero bueno, sigamos—

Lo interesante es que ambos pifian en la forma: uno diciendo “vos tenés la obligación de” y el otro diciendo “ustedes y nosotros”

Por supuesto que Monteagudo no tiene una obligación que quizás Porta Fouz sí tiene, y que debería reconsiderar. Si es un orgullo, en sus palabras que las películas de apertura y cierre sean, desde 2018 —y acá si querés hablamos de “lo barato” que sale apoyar al cine nacional, pero pensemos bien— de nuestro país, debería preguntarse de dónde van a salir esas películas no te digo el año que viene, que todavía va a surfear lo que quedaba sino el otro y los que vengan atrás.

Si bien los festivales fueron “lugares donde lo político estuvo presente”, sobre todo por exabruptos en discursos en ambas gestiones, son también “lugares a los que asiste un montón de público que, en el fondo, quiere ver películas”.

Y no vengas a llorar “antipolítica”, porque viste lo bien que salió eso.

En una coyuntura donde ahora hasta las películas argentinas probablemente pierdan sus canales de difusión habituales, ponerse a señalar con el dedo de “estás conmigo o estás con ellos”, bueno, viste lo bien que salió eso también.

Andá al Bafici, no des bola a lo que dice tu amigo que se queda contento con haber retuiteado algo como si bajara con un fusil de Sierra Maestra y preguntate que van a hacer en dos años. Una pregunta que debería caberle a ellos más que a nadie en el mundo, pero bueh.

Por ahora existe, y existen las películas, lo único que no nos va a salvar, pero nos puede mejorar un poco la vida.

Mirá que hice el esfuerzo porque terminara bien, y ni así. Pf.

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