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210 – Una propuesta indecente en serio

Publicado el 11 de junio de 2024

Durante muchos años hemos repetido una leyenda: que Joeseph Goebbels llamó a Fritz Lang, le ofreció ser el cineasta del nazismo, Lang escapó de los nazis ipso facto y Leni Reifenstahl entró en los libros de historia del cine por las razones incorrectas.

Hasta acá estamos todos de acuerdo, pero hay dudas sobre lo que pasó exactamente en esa reunión y de cómo Lang se fue de Alemania, porque Lang era muy guitarrero.

“Bueh, vamos a dudar de Fritz Lang, lo único que falta”

No, ni en pedo le estoy contando las costillas a Lang, más en esas circunstancias, pero la historia que si bien es absolutamente trágica, tiene ribetes interesantes.

“Bueno, está bien”

Pero para llegar al momento donde Lang se fuga de Alemania y cómo lo hace vamos a tener que—

“Hacer un poco de historia. Emoji de ojos revoleados”

Porque las películas de Lang hasta ese momento no fueron una casualidad sino más bien una consecuencia.

“Explicate mejor”

Eso iba a hacer: una consecuencia de una serie de políticas de la por entonces conocida como República de Weimar.

La República de Weimar era el nombre que recibió entre 1918 y 1933 lo que hoy conocemos como República Federal de Alemania o Alemania a secas, que pocos años después de llamarse así pasaría a llamarse Imperio Alemán a cargo del señor ese que estaba muy pasado de falopa y tenía un bigotito gracioso, pero no nos adelantemos.

La República de Weimar recibió su nombre por la ciudad en la que se hizo una convención democrática y se setearon las pautas para ir todos juntos en una dirección más o menos clara. Weimar era una democracia, pero era lo suficientemente inestable por problemas económicos y golpes de estado de derecha a izquierda que iba apagando como podía.

¿Y por qué te cuento esto? Bueno, porque la Alemania de la República de Weimar fue, además de un terreno propicio para que los nazis ganaran las elecciones unos años después, un espacio de creatividad total, y lo fue gracias a una serie de decisiones que vinieron del lado del estado.

Quizás la más importante sea la creación en 1917 de un estudio cinematográfico llamado Universum Film AG, más comúnmente conocido como “la UFA”.

La UFA tuvo un par de nombres antes y nació como un órgano de propaganda oficial durante la Primera Guerra Mundial, produciendo noticieros para informar sobre el estado de las cosas. De llamarse Deutsche Lichtspiel-Gesellschaft o DEULING pasó a llamarse Bild und Filmant o BUFA hasta que finalmente tuvo su nombre más famoso.

Con el nombre de la UFA llegó un cambio notable en su forma de producción: lo que antes eran noticieros y eventualmente documentales, pasaron a ser películas narrativas también.

Y acá viene la parte donde, si leíste todos, muchos o incluso varios de estos envíos señalás al celular o la compu o dónde sea que leas esto como el meme de DiCaprio y decís:

“Acá aparece el expresionismo alemán”

Muy bien diez felicitado.

Y de eso ya hablamos un montón, que los planos, que las escenografías, que los trucos de cámara, que las luces, que el comienzo de la crítica de cine y todo eso que podés ir a buscar a los archivos o leyendo La pantalla diabólica de Lotte Eisner, así que nos demoremos.

Porque para el momento donde Alemania parecía que le podía enseñar un montón de cosas al mundo (del cine) no va que van y votan mal. Bueno, quizás sería ser muy reduccionista en explicar la llegada de Hitler al poder de esa manera, pero tragedia más tiempo es comedia.

El ascenso de Hitler al poder trajo consigo una necesidad imperiosa de controlar los sistemas de propaganda y audiovisuales en general. Sabían que tenían un arma muy poderosa: la UFA, claro.

Claro que la UFA había estado haciendo películas como El gabinete del doctor Caligari (Das Cabinet des Dr. Caligari, 1920) y Nosferatu (Nosferatu, eine Symphonie des Grauens, 1922) de F.W. Murnau o Metrópolis (1927) de Fritz Lang… y últimamente había hecho El testamento del Dr. Mabuse (Das Testament des Dr. Mabuse, 1933) también de Lang.



Y acá, justamente acá es que nos tenemos que detener un momento. Porque justo para el ascenso de Hitler al poder la película de Lang fue secuestrada. Al flamante gobierno le parecía (y quizás con justa razón, teniendo en cuenta lo directa que es la película con algunos temas) que la película podía “dar ideas” de “revelarse contra las autoridades” y bueno… ya te hacés a la idea.

No era algo que estuviera fuera de la cabeza de Lang que había deliberadamente hecho que determinados personajes tuvieran ciertas actitudes y dijeran ciertas cosas en esta segunda película en la trilogía de Mabuse que iba a filmar Lang a lo largo de los años.

La trilogía de Mabuse se compone de ésta en el medio, precedida por El doctor Mabuse (Dr. Mabuse, der Spieler, 1922), un film mudo y seguida por Los mil ojos del doctor Mabuse (Die 1000 Augen des Dr. Mabuse, 1960) casi filmada a los premios. Ya vuelvo, te prometo. Decía—

Lang decide aceptar un pedido de reunión de Joseph Goebbels, ministro de propaganda del führer con la esperanza de saber que iba a ser de su película.

Goebbels le explicó las razones detalladas más arriba y le aclaró que tanto él como Hitler estaban encantados con las habilidades como cineasta de Lang y querían que se pusiera al frente de la UFA, que iba a empezar a producir, nuevamente, cine de propaganda política.

Y acá es cuando empieza la leyenda del reloj con la esvástica.

La leyenda varía según quién la cuente, siendo Lang uno de ellos. Según su versión, mientras Goebbels hablaba sin parar, el miraba un reloj con una esvástica que decoraba su oficina, preguntándose si llegaría a tiempo para sacar todo su dinero del banco antes del cierre. Que Goebbels habló muchísimo, el banco cerró, fue a su casa, le robó las joyas a su por ese entonces esposa y huyó a París en el último tren del día.

Y acá viene la parte donde te tenés que indignar y decir:

“Pero cómo va a dejar a la jermu…”

La esposa de Lang en ese momento era Thea von Harbou, la guionista de, entre otras, Metrópolis, que a principios de esa década había empezado a simpatizar con las ideas del nazismo. Siendo Lang un judío, quizás esa pareja haya estado condenada al fracaso y esas joyas, bueno, bien robadas.

Lo que pasa es que por más que nos encanta contarla, la cosa no fue tan tan tan así. Sí es cierto que Lang se reunió con Goebbels, sí es cierto que Goebbels habló sin parar, también que el banco cerró y todo eso. Lo que no es cierto es la salida intempestiva de Alemania en el tren de esa misma noche.

Lang se tomó su tiempo para irse, fue al banco en los días subsiguientes, se robó las joyas igual (ey, quiénes somos nosotros para juzgar) y se fue a París a los pocos meses. Los datos más firmes hablan de cuatro meses después. También es cierto que a lo largo de ese año volvió a entrar a Alemania varias veces.

¿Esto le quita que haya tenido que emigrar? Claro que no.

Ya en París, Lang filma Corazón de apache (Liliom, 1935), su única película en francés. Después de debut y despedida, el director se va a Estados Unidos, porque quién se aguanta a los franceses, ¿no?

La llegada de Lang y los otros alemanes profugados (Billy Wilder, Otto Preminger o Edgar G. Ulmer, por solo nombrar a los más famosos, también podríamos nombrar a E.A. Dupont, Gustav Machaty, John Reinhardt o Curtis Bernhardt si nos vamos a poner serios y enciclopédicos) cambió para siempre la historia del cine norteamericano, con esas visiones tan extrañas de pronto intentando encajar en el mundo más simple y esperable del cine Hollywoodense. ¿El resultado? Bueno, el cine de terror que llegaría pocos años después o el film noir que iba a ser “policial” hasta que los franceses vinieran a revalorizarlo poniéndole un título más pomposo.

Solo Lang (ni hablar del resto de la lista) hizo películas como Mala Mujer (Scarlet Street, 1945), Los sobornados (The Big Heat, 1953) o Mientras duerme Nueva York (While the City Sleeps, 1956), por solo nombrar algunas.

¿Puede que los títulos sean muy obvios? Puede que sí.

Debería haber nombrado La mujer del cuadro (The Woman in the Window, 1944) o La bestia humana (Human Desire, 1954) para hacerme el difícil? No creo que sea necesario.

¿Puede que no las hayas visto o que no hayas visto todas? Puede que también.

¿Qué tal si empezamos a saldar esa deuda hoy mismo prendiendo la torrentera? Ah, ese call to action no te lo esperabas, eh.

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