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18 – ¿Querés ser Luciano Gauna?

Publicado el 21 de mayo de 2020

Con Gabriel Medina nos unen como vientipico de años de amistad. Fuimos a la misma Universidad, terminamos cursando materias juntos, fuimos asistentes de dirección de una película que fue nuestro Vietnam y hablamos seguido por teléfono.

Pensamos casi lo mismo del cine, y creo que las películas que pudo hacer hasta ahora son de las más sinceras que ha dado el cine argentino.

Y quizás sea Los paranoicos, la primera, la que mayor status de culto ha logrado. Primero gracias a una temporada en Netflix, luego por su estadía casi permanente en Cine.ar, nuevos públicos la descubren a más de diez años de su (mediano) estreno comercial.

Grabando un Hoy Trasnoche Diario hace un par de semanas, deslicé una teoría con la que varios fantaseamos muchas veces: ¿es Los paranoicos una película basada en hechos reales?

Recapitulemos un poco, o mejor: preguntémosle a Medina:
 

Los paranoicos fue un antes y un después en mi vida, un acontecimiento artístico, una catarsis, una película que me cambió como persona.

Una película gestada sin ningún tipo de ambición más que ver reflejado en la pantalla a gente como yo y mis amigos.

Fue una película que se podría decir, con todo respeto al movimiento punk, que se gestó en una actitud punk inconsciente, sin saber qué iba a pasar con la película. En ningún momento planifiqué nada, sino que escribí el guion junto a Nico Gueilburt con el único objetivo de hacer una película pura, honesta.

Tiene algo de “nuevo nuevo nuevo cine argentino”. Como que le hablaba a una generación a la que no le hablaba el “nuevo nuevo cine argentino”

La película no nace como una reacción. Yo siempre quise hacer cine desde que era chico y esta terminó siendo mi opera prima.

Desde chico que vivo mi propia vida como si fuera una película. Cuando era chico hubo un día que entré al cine y cuando salí me di cuenta que no había mucha diferencia entre la vida real y lo que había visto.

Lo que yo siempre pienso es que quizás ese protagonista de las películas que yo inventaba terminó un día siendo Luciano Gauna y ese Luciano Gauna era yo mismo mirándome hacia atrás.

La reacción de Los paranoicos es frente al mundo, es un grito, tiene una actitud grunge en algún punto. Es un punto la necesidad de conquistar la pantalla nosotros: y por nosotros me refiero a mí y a mis amigos.

La gran sorpresa que me causó a mí fue la cantidad de personas como yo y mis amigos que terminó habiendo incluso hasta hoy, porque es una película que sigue viva 12 años después, y eso es algo que yo jamás pensé.
 

¿Tenés conciencia del culto que despierta la película?

Sí, tengo conciencia de que es una película de culto, pero me cuesta mucho creérmela. Pero nunca quise yo hacer una película de culto.

Yo lo que puedo decir de Los paranoicos es que fue un acontecimiento artístico para mi. Y lo digo con todo el respeto a esa palabra tan menospreciada o tan mal usada. Fue muy visceral todo.

Me ha llegado a preguntar cómo hice para combinar lo autoral con lo comercial y yo no quise hacer algo ni comercial ni autoral, yo quise hacer la película que a mí se me cantó las pelotas.

La película se me ocurre a mí bailando fumado El féretro de Todos Tus Muertos encerrado en un departamento de soltero en un momento de mi vida en el que estaba muy angustiado.

Y cuando yo estaba haciendo y viviendo eso, como en muchos otros momentos de mi vida digo: “Esta es una película” y dije “Quiero hacer una película sobre un pibe que se fuma un porro, que prende un sahumerio porque el vecino está loco y el portero lo puede amenazar y cierra las cortinas y todo eso y adentro de su departamento cuando ya nadie lo puede ver, baila sacado El féretro”, que era lo que yo hacía. Y sigo haciendo, pero no con tal catarsis o necesidad de explotar.

En ese momento era mucho más vulnerable a la miradas de los otros, más tímido, entonces explotaba dentro de mi casa. Lo que logré con los años fue dejarme ser más yo, aceptarme como soy y, bueno, es un trabajo que sigo haciendo hasta el día de hoy. Pero cuando superé eso, cuando pasé esa etapa oscura de mi vida apareció la película.

Bueno, todos te recordamos bien Gauna

Todos me recuerdan bien Gauna. Es más: yo explícitamente le decía a Hendler “Vos tenés que estar encorvado como yo” porque yo soy consciente que mi forma de caminar, metido para adentro la adopto en la adolescencia, esa forma que todos me ven y yo no me veo, pero que me veo cuando me filman.

Parece muy narcisista, pero yo era consciente que ese estar encorvado era parte de una conducta afectada por el miedo. Me gusta reñirme de mi, me gusta que los demás se rían de mi.

A la vez estaba muy influenciado por la literatura en primera persona: John Fante, Francis Scott Fitzgerald, Jack Kerouac… pero sobre todo en ese momento por John Fante. Y yo quería hacer una película que nazca desde ahí, como que haya un alter ego concreto. Poder decir “Sí, soy yo”

Me acuerdo que una vez estábamos con Llinás en un asado de cumpleaños de un amigo nuestro. Él estaba con Historias extraordinarias por un lado y yo con Los paranoicos por el otro, estábamos los dos en postproducción y las íbamos a estrenar en el Bafici y él me preguntaba “¿Como a qué disco te gustaría que se parezca tu película?”. Él me dijo que quería que Historias extraordinarias fuera como London Calling de The Clash y yo le dije que quería que fuera Never Mind the Bollocks de los Sex Pistols, me parece que ahí un poco se resume todo.

No tenía un enemigo concreto. Yo quería pegar un grito en el cine y decir “Acá estamos.” Del mismo modo que hoy, a los 44 años, veo que no hay películas que reflejen a mi generación y quiero volver a hacer eso.

Otro mensaje, o mejor dicho, mantra de la película es el cambio. Hay una genialidad de Fidel Nadal o de quién haya escrito la letra que es: “Quiero cambiar, voy a cambiar, ya cambié de vida“. Los cambios son ahora. Hay un proceso, pero el momento verdadero del cambio es cuando decís “Quiero cambiar”, cuando decís “Voy a cambiar” ya estás ejecutando el cambio, con lo cual lo que viene después es “Ya cambié de vida.”

Y la película habla de eso. Yo había comprobado en carne propia que uno podía cambiar, cuando toda mi vida yo había pensado que la gente no cambia. La gente sí cambia. Y si hay un sentido para el que venimos es a cambiar.

Porque qué sentido tiene cualquier espectáculo si el protagonista no cambia.

O el espectador, a través de él. Eso es lo que plantea lo que yo llamo un cine trascendental: una duda, una pregunta y esboza una respuesta posible. La única certeza que yo tengo es que es posible cambiar. Es posible ser menos choto. Es posible menos egoísta. Es posible ser más abierto. Es posible no ser necio. Es posible cambiar. Y cuesta. Es posible perder el miedo a la mirada del otro y construir y hacer valer tu propia mirada.

Por eso digo que Los paranoicos la filmé para atrás. Porque yo la filmé cuando ya había dado el paso.

Mucho se ha discutido sobre si Medina director es el Medina de Los simuladores y lo que le pasa a Gauna con Manuel es la relación de Medina con Szifrón y si estos límites de realidad y ficción están tan dibujados o no.

La película es sobre mí. La película no surge de ahí. En la cuarta versión del guion yo incluyo en la película con el aval de mi coguionista una epifanía que tuve, que era poner la historia de que había un personaje de la serie de su amigo que Gauna idolatraba que tenía el mismo nombre y estaba inspirado en él.

Eso sí pasó, claramente. Yo soy el Gabriel Medina de Los simuladores. No soy así, pero en ningún momento tuve ningún problema con Damián. Es más, recuerdo haber ido a ver el piloto de Los simuladores y cagarme de risa de Medina.

Pero te quemó un poco ir a hacer un trámite, decir tu nombre y que te digan “Como el de Los simuladores

No tanto. Sí en el momento de más baja autoestima del mundo me lavanté exactamente igual que Gauna en el sillón y prendo la televisión y estaban dando Los simuladores y estaba Medina escribiendo un poema muy cursi en su supermercado. Yo estaba en el peor momento de mi vida y veía reflejado mi rostro en la pantalla de tubo del televisor donde estaba además el personaje de Medina.

Yo tomé eso de ahí, pero no tiene nada que ver con un enejo con Damián. De hecho, Manuel no es Szifrón. Tiene muchas más cosas de otra gente. Es una construcción de un antagonista ideal que hicimos para un personaje que era como yo. Manuel es un personaje al que mucha gente no quiere, pero yo quiero. No es una película con un halo de venganza.

Solo para clarificar: Manuel no es Szifrón. Gauna sí fue Medina.
 

Si viviste en un tupper casi 12 años, podés ver Los paranoicos ahora mismo en Cinear.

Si querés escucharlo a Medina hablar una hora ininterrumpida de películas, tenés su episodio de Cinefilia Ninja acá.

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