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176 – Un título irresistible

Publicado el 1 de junio de 2023

Quizás el título —que a su vez hace referencia a otro título— de este envío sea un poco engañoso.

“Basta de esto, estoy con palpitaciones”

Pero quizás todo este envío lo sea un poco.

“Jesús llévame pronto”

Porque lo más importante de esta película no es precisamente lo que pasa cuando la vemos sino todo lo que pasó detrás.

“Estoy”

Yo sabía que podía confiar en vos. Y hoy tenemos una película europea. De esas europeas de las que hablamos acá, claro.

“Italiana”

Coproducción con España, pero medio que sí.

Para entender dónde estamos parados, vamos a tener que hacer un mínimo de historia y situarnos a finales de la década del sesenta y principios del setenta en Italia, donde todo era eurohorror y la posibilidad de meter alguna que otra mujer desnuda en plano.

La influencia de Roger Corman —un poco más de esto después— con sus adaptaciones de Poe y mujeres con déshabillé caminando con candelabros por castillos estaba a la orden del día y unos productores con muchas ganas de progresar llamaron a un director con una marca de mas siempre en el cinturón para que hiciera lo propio.

Se trataba de Sergio Merino, director español y jack of all trades que terminó en Italia filmando unas versiones alla puttanesca de películas del Zorro de las que algún día nos ocuparemos.

En el elenco, multiestelar y multieuropeo —lo cual casi indefectiblemente llevaba al doblaje de todo a un lenguaje común, sobre todo cuando había un alemán halando con una española y un italiano— con Erna Schurer a la cabeza.

Edwine, sabrás si sos hincha del eurohorror desde la cuna, fue la protagonista después de ese gallo imposible que es Desnuda para el asesino (Nude per l’assassino, 1975) del —por suerte— irrepetible Andrea Bianchi. Pero nos desviemos recomendando obras maestras (?), volvemos a la película.

Como todas las de esta generación tuvo un título de rodaje y estreno en Italia y media docena de alternativos. Se llamó originalmente Il castello dalle porte di fuoco (1970), algo que traducido así a los tumbos te da algo así como “El castillo de las puertas de fuego”, pero también se la conoció como Killers of the Castle of BloodAltar of BloodBlood CastleEl castillo de Frankenstein en México entre varios otros.

Hace un rato nombré a Corman. Quizás porque hay que nombrar a Corman casi siempre por la enormemente influyente que fue en la historia del cine o simplemente porque se termina colando en casi cualquier historia de varias maneras. En este caso, el título que más usamos para referirnos a la película de Marino, esto es Scream of the Demon Lover fue el título de distribución en Estados Unidos. Y adiviná quién la distribuyó. Bueno, claro.

La copia yanqui, igual que la Argentina —pero eso sería spoilear lo que viene un rato— se estrenó en doble programa y con veinte minutos menos. Solo dios sabe si era para sacarle escenas de desnudez y sadismo o para simplemente acortar los tiempos de las funciones.

¿De qué era? Bueno, una chica va a trabajar con un científico en un castillo alejado, empiezan a aparecer mujeres asesinadas y… Si, te lo imaginabas, claro.

No es más que un espectáculo muy disfrutable si te gustan ese tipo de cosas con los clichés clásicos del género y demás etcéteras.

Pero la película no es lo más importante.

“¿Y entonces?”

Hay algo que no te dije, porque me estuve guardando un dato.

“Sos, ¿eh?”

Porque el título de este envío habla de un título de una película.

“Ahora lo decís”

Que no es otro que el título que tuvo Scream of the Demon Lover en su estreno local (aunque no puedas creerlo) en la década del setenta.

“Pero si vos siempre decís que hay que poner el título local, que son todos unos vagos planeros que usan la traducción de IMDb”

Todo cierto, y lo sostengo. A menos que sea para generar suspenso.

“Hartx me tenés”

Quizás si viste este documental, la anécdota que viene acá abajo sea cosa ya vista, pero capaz no por eso de que el público se renueva.

La película tuvo un estreno local, impensado, quizás —no quizás, digamos todo— fruto de un revoleo de películas muy común en la época, y tras un tiempo sin saber muy bien cómo venderla, la solución apareció de la mano del por entonces distribuidor a cargo de Vanguardia Cinematográfica y actual exhibidor y dueño del Monumental, único cine aún en pie en la calle Lavalle Norberto Feldman:

“El mismo distribuidor que nos había vendido Las sobrinas ﹛N. De R: título local de Die Nichten der Frau Oberst (1968) de Erwin C. Dietrich﹜ y otra película alemana, Inga la sexy adolescente ﹛N. de R: título local de Jag – en oskuld (1968) del inclasificable Joseph Sarno﹜, nos llama un día y nos muestra una película que la vimos en un laboratorio, una película de terror, una película que no tenía nada, era un científico en el medio de un castillo en medio de la nada haciendo experimentos y convocando a científicos pero mujeres, la particularidad era que tenían que ser mujeres y jóvenes. Pero resulta que estas mujeres jóvenes aparecían después muertas, violadas y muertas, y realmente no había forma… este distribuidor no la podía colocar, nos llama y empezamos a ver la película y nos llama la atención que había un perro, un inmenso perro, espectacular, en la trama de la película.

Entonces tenía un socio en ese entonces, nos ponemos a hablar y decimos este perro, este perro, a ver. Y ahí se nos ocurre cambiarle el nombre a la película, que se llamaba El castillo de Frankestein y le pusimos …y después los perros.”

“El afiche tenía la imagen del científico vestido con un traje impecable, todo de negro, una mesa donde aparecía esta mujer, una de las mujeres, atada de pies y manos, y al lado del científico el perro. Entonces como les dije, el título era …y después los perros, y la frase que inventamos y que formaba parte del afiche era “Dicen que amaba a todas mujeres. También dicen otras cosas de él…” …y después los perros. O sea que la censura estaba y la creatividad tenía que aflorar. Pero fijate vos que la película se estrena el día jueves en el Paramount, en esa sala que te cuento del suburbano, más o menos quince salas, yo estoy en el Paramount hasta las nueve de la noche más o menos, me voy a mi casa a cenar.

No termino de llegar a mi casa y me llama Lolo Deaio, un exhibidor espectacular, el dueño del cine. Me llama y me dice “Feldman ¿Qué me hizo?” le digo “Lolo, le hice un éxito impresionante” estaba el cine lleno. Me dice “Pasó Tato y me dice que la película no está calificada” le digo “No, cómo no va a estar calificada” “Bueno, pero mañana tiene que ir con la copia del Paramount a las diez de la mañana al Ente porque quiere ver la película porque dice que ésta película no está calificada”.

Se había dado la coincidencia que la película había sido calificada por el primer distribuidor con el nombre El castillo de Frankestein y nosotros pedimos el cambio como …y después los perros y el cambio de nombre me lo firma Tato. Entonces vamos con el certificado y le decimos “Tato, acá está el certificado. Está su firma” me dice “Sí, sí ¿Pero sabe una cosa? La ley me permite que por 90 días le puedo suspender la calificación de la película”. Le digo “pero me funde, tengo 15 copias, la publicidad en los diarios”. Me dice “bueno, vamos a hacer una cosa, porque a ver, estuve viendo la película y aparece un monstruo todo quemado, un monstruo foráneo, si fuera el lobizón sería otra cosa. De manera que si quiere dar la película acá mi secretario…” Ares creo que se llamaba “…va a la moviola y le saca todas las escenas para…” porque me quería hacer sacar la imagen que yo tenía del Páramo. Pero le digo “pero está la película” me dice “No se preocupe. Dentro de un ratito no va a estar si usted la quiere dar.”

Fuimos a la moviola con Ares donde empezó con la tijera tac, tac, tac, le sacó como veinte minutos a la película y al día siguiente tuve que recorrer las quince salas y hacer los cortes para poder seguir con la película en cartel.”

Muchas veces las historias son más lindas que las películas, pero por si andás con ganas, los genios de Severin Films reeditaron la película en Blu-ray como parte de la caja Danza Macabra en una calidad 4k preciosa junto a otras tres películas de casi la misma estirpe moral.

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