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16 – Ocurrió cerca de tu casa

Publicado el 7 de mayo de 2020

Una película chiquita (y bastante hija de puta)

Ocurrió cerca de su casa (C’est arrivé près de chez vous, también conocida como Man Bites Dog, 1992) es una película independentísima belga dirigida (y actuada) por Rémy Belvaux, André Bonzel y Benoît Poelvoorde.

Es un falso documental, o mockumental o mockumentary. Paso a explicar eso brevemente.

Para el momento que estamos viviendo, donde la noción de la estética documental aplicada a la ficción es cosa de todos los días (y bastante abusada por la comedia con posterioridad a The Office y Parks and Recretation) debería ser relativamente fácil explicar qué es un mockumental.

Se podría decir que un falso documental es una ficción que se vale de estética documental para contar una historia. Pero eso sería solo explicarlo estéticamente. Sería correcto, pero incompleto.

Porque existe en la estética documental una suerte de trato con el espectador: este baja la guardia y considera que lo que está viendo tiene, incluso sabiendo que no es cierto, algo de verdad. Y ahí es justamente donde el mockumental hace su magia.

Obvio que ni en pedo va a pasar lo que pasó con la transmisión de La guerra de los mundos de Welles a esta altura, pero ese extraño viso de realidad que dan los mockumentales, por alguna razón, sigue funcionando.

Funcionó un poco y hartó bastante con el género de terror en las últimas décadas con El proyecto Blair Witch (The Blair Witch Project, 1999) y todos sus clones, Actividad Paranormal (Paranormal Activity, 2007) y todos sus clones y así ad nauseam.

Claro que para 1992 el dispositivo tampoco era una novedad: ya hablé de La guerra de los mundos de Welles, pero también habían estado Tierra sin pan (1933) de Luis Buñuel, Ye… Ye… Ye… Los Beatles (A Hard Days Night, 1964) de Richerd Lester, ¡Robó, huyó… y lo pescaron! (Take the Money and Run, 1969) y Zelig (1983) de Woody Allen, la genial Esto es Spinal Tap (This is Spinal Tap, 1984) de Rob Reiner y mil más.

Viendo la película, da la sensación de que Ocurrió cerca de su casa abraza la estética por un tema narrativo y también presupuestario: no hacía falta nada más que una cámara para contar esta historia.

¿Y cuál es la historia? Preparate porque es espectacular.

Ocurrió… es sobre un un equipo de documentalistas (Belvaux y Bonzel) que siguen en su día a día a Ben (Poelvoorde), un asesino en serie medio pelo que tiene ínfulas de grandeza.

Solo para clarificar. La película no sabe de corrección política, no está acá para condenar nada de los que muestra y debería ser tomada como lo que es: una comedia oscurísima.

Hasta acá lo que tenés que saber. Andá, mirala y volvé.

Bueno, ya que la tenés vista: caramba qué experiencia.

“El tono de la la historia se tiene que setear en los primeros cinco minutos” dice casi cualquier manual de narrativa cinematográfica con el diario del lunes. En los primeros cinco minutos de Ocurrió… Ben ahorca a una mujer en un tren de larga distancia y, segundos después, está a un costado de la vía con el cuerpo envuelto explicándonos cuánto peso en piedras hay que poner para que el cuerpo se hunda en un lago y aclara: “con los niños y los enanos hay que poner más peso”. Ahí tenés un lindo seteo de tono.

La noción del regiustro documental, el paso en el que fue filmada (16mm blanco y negro con el querido ratio de 1:66 tan de la era dorada del indie americano de mediados de los 60), la destrucción total de la cuarta pared con el equipo que no se limita a ser una mosca en la pared sino a interactuar con el sujeto documental, por solo nombrar algunos recursos, son los que aportan a que la narrativa sea de fierro, nos haga entrar y nos manipule emocionalmente.

Porque eso somos como espectadores, o por lo menos deberíamos serlo: plastilinas con las que las películas juegan. Ese es nuestro rol, y deberíamos acercarnos a cada película con inocencia, desconocimiento y posibilidad de sorpresa.

Y acá es justamente donde me pongo (por primera vez en este envío) a rantear por el estado actual de las cosas: cuando éramos chicos veíamos a lo sumo un afiche de la película que íbamos a ver. En el diario. En blanco y negro.

Si teníamos mucha suerte, agarrábamos la cola cuando íbamos a ver otra y nos quedábamos obsesionados con algo que no sabíamos muy bien cómo era. Ahora tenemos mil millón poster teaser trailer de la verga, que solo cuentan más de la cuenta (valga la redundancia).

Por eso es que te dije que vayas a verla y vuelvas. Ocurrió… es una película que sorprende más si la agarramos inocentes. Como cuando sólo veíamos la imagen en la tapa del VHS copiado en Liberarte y nos la llevábamos para ver doblada al español ida y vuelta al centro para poder ver qué era eso.

Pero no estoy acá para ser un viejo que cree que cualquier tiempo pasado fue mejor. Sí para decirte que todo tiempo pasado fue distinto. Y en algunas cosas, todo tiempo pasado fue más interesante. Pero no mejor. Porque vos ahora la podés ver en chotomil HD y en idioma original. Solo tiene que venir un viejo a señalartela.

Bien, ¿en qué estábamos? Ah, sí.

En la inocencia con la que nos agarra. Y con el sentido del humor que tiene. Oscuro, okey. No de esta época, okey. Pero atrapante. Y es con ese sentido del humor que vamos entrando en la vida de Ben.

Y es con ese sentido del humor que terminamos empatizando un poco con los personajes. Hasta que en un momento no empatizamos más. Y la empezamos a pasar como el orto.

Y eso, justamente, es lo mágico de una película bien hecha. Que te manipule así. Que te manipule en serio, no ficticiamente haciéndote creer que tal va a morir y después se salva porque ya está filmada la secuela.

Está claro que una película como Ocurrió… sería imposible hoy en día. No con sentido del humor. Sí como película de terror, ese género denostado que parece ser la última reserva moral que nos queda a los espectadores que queremos sentir algo de riesgo cuando nos sentamos a ver algo.

Los directores tucieron suerte variada: Benoît Poelvoorde siguió actuando y se lo puede ver asomar su característico rostro en producciones belgas y francesas, André Bonzel casi que no volvió a dirigir y tiene una película para este año y Rémy Belvaux se suicidó en 2006, además de ser uno de los autores materiales del tortazo a Bill Gates en 1998.

Este newsletter a veces tiene moraleja, como los capítulos de He-Man. Esta semana, en honor al final de la película, esperaremos a que termine el rollo que está en la cámara.

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