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156 – You never go full Corman

Publicado el 12 de enero de 2023

Si estás suscritx al de los martes, sabrás que hace tan solo unos días hubo una entrega sobre Rock ‘n’ Roll High School (1979) de ¿Allan Arkush? ¿Joe Dante?, “la película de los Ramones”

En esa entrega, en la que por supuesto se habló de Roger Corman —como en muchas otras el pasado y no hay que ser adivinx para saber que en varias del futuro— y su papel en la película de ¿Arkush? ¿Dante?

Porque, como dije hace dos días y lo repito por si justo no estás en ese club, la presencia de Corman es ubicua en la historia del cine.

Porque en esa urgencia, en ese “ya ya ya”, en ese “hagamos todo baratillo y agarremos la guita antes de que se aviven de que en la película no está lo del afiche” hubo mucha pero mucha genialidad y visión.

La genialidad de entender qué era lo que los espectadores querían ver y la visión de encontrar, entre gente que trabajaría gratis con tal de que le den una oportunidad, oro en el barro.

Si, la lista de directores que descubrió Corman es enorme. Mucho más que la de cualquier festival encumbrado de cine, productor de películas grandes y coso. Corman es el cine, lo queramos ver o no.

Pero no estoy acá para hablar de Corman.

“Cómo cómo cómo”

Bueno, o sí. Pero no de ese Corman. Del otro Corman.

“Cómo que hay otro”

Me alegra mucho eso que acabas de decir porque te espera un viaje hermoso.

Quizás sea momento de blanquear una cosa: muchas de las ideas de temas que “se me aparecen” para escribir estos envíos son fruto de la casualidad. Y una de las casualidades más concretas con las que me suelo cruzar es que una película haya aparecido por ahí en una calidad hermosa para ver.

Porque, si bien muchas de estas películas de las que termino hablando son parte de mi “fondo de catálogo” de cosas que vi en trasnoches, en video, por el cable o como sea, la disponibilidad actual genera algo muy hermoso que es (muchas veces volver a) verlas en una calidad que nunca antes podríamos ni haber soñado.

Muy suertudx sos, si te tocó ser más joven en esta época, que no tuviste que soportar ver algo en una copia VHS con miles de generaciones encima.

Pero dejemos de lado el berreo del viejo que grita a una nube (en este caso agradecido) y concentrémonos sólo en este dato: la película que motivó este envío está para ver por ahí en una calidad hermosa, si sos de lxs que les gusta la aventura en serio.

Volviendo—

Muchas veces se ha hablado de “segundas marcas”: de cómo existe un producto líder y otro que, tratando de imitar lo que este es, se pone a la sombra y trata de ganar algún beneficio por derrame. Sea porque es más barato, porque tiene mejor marketing, nidea.

“Ahora te hacés el que habla en el subte de marcas”

No, no. Es solo un concepto. Porque Roger Corman tuvo una “segunda marca” y esa segunda marca fue su hermano Gene Corman.

“Esto parece una historieta”

No, no va a parecer nunca, porque, por empezar, estaban todos vestidos normal y porque no hay animosidad entre ellos, solo una relación de hermanos que en un momento se ayudaron.

El punto es que a Gene, viendo lo que Roger hacía con las películas allá por los años cincuenta, le dieron ganas de probar un poco de esa torta.

Porque Gene no era, es pertinente aclarar, ningún improvisado en el mundo del cine. De hecho, había empezado antes que Roger. Un poquito, pero antes.

¿Cómo es eso? te preguntarás, bueno, muy simple: tenía un trabajo en el mundo del espectáculo como representante de artistas.

Sí, puede sonar a ver el partido desde el costado de la cancha, en partidos en los que Roger era un titular serruchador de piernas, y puede sonar sensato.

Lo cierto es que en algún momento del final de los años cincuenta, para cuando Roger ya le había regalado a la historia del cine gemas como El falso escultor (A Bucket of Blood), La mujer avispa (The Wasp Woman) o la versión remontada para el mercado yanqui de Battle Beyond the Sun (Nebo zovyot) de Mikhail Karyukov y Aleksandr Kozyr en la que metió mano hasta un muy joven Francis Ford Coppola, por solo nombrar a tres de las casi diez que hizo sólo en 1959 (guardate ese año, que va a ser clave), Gene le propuso trabajar juntos.

Así fue cómo los hermanos se embarcaron (guardate este término para más adelante, te va a venir muy bien) en la aventura de hacer cine juntos, actuando como coproductores.

En poco menos de un año y monedas, los hermanos se agenciaron títulos como Sangre en la carretera (Hot Car Girl, 1958), Beast from Haunted Cave (1959), Night of the Blood Beast (1959) y una película muy curiosa que se llamó Attack of the Giant Leeches (1959).

Bueno, y en esa deberíamos detenernos un momento.

La película estaba dirigida por Bernard L. Kowalski, quizás el nombre te suene, pero más que nada por Carrera contra el destino (Vanishing Point, 1970) de Richard C Sarafian.

Kowalski funcionaba como una suerte de “mano derecha” de Gene, dirigiéndole varias de sus películas de este período y luego yéndose a trabajar a la tele por décadas. Como director de cine nos regaló gemas (y no tanto) como la película de desastres Krakatoa, al este de Java (Krakatoa: East of Java, 1966), el western de horror Black Noon (1971) y la inclasificable —ya desde su título original— película de hombres serpiente SSSSSSSS! (1973)

Pero concentrémonos en Attack of the Giant Leeches de una vez.

Quizás con solo decir: “filmada en ocho días con cuarenta mil dólares de presupuesto” sea suficiente, pero vamos a meternos un poco más.

La película, por si hiciera falta una sinopsis, contaba la historia de un pueblo, unas extrañas muertes y algunos acusando a unas sanguijuelas gigantes de los crímenes sin que nadie les creyera mucho hasta que…

Sí, lo podías adivinar ya viendo el afiche.

¿Qué afiche, te preguntás? Este:

Y antes de que me digas “ah, re Conjuros del más allá (The Void, 2017) () vibes” y ºtengas razón, es momento de que hagamos una salvedad: es una película, como dije hace un momento filmada en una semana y un día, con un presupuesto mínimo, incluso para la época. Lo que se veía cuando entrabas al cine era, por decirlo amablemente, un poquito distinto.

Quizás sea el momento de decir: “Con ustedes, las sanguijuelas”:

Sí, es todo muy hermoso. Sí, cómo te dije antes, está para ver por ahí en 1080p. Si era necesaria tanta definición da para un debate más profundo que no tendremos hoy.

La película fue distribuida por —quién más que— American International Pictures (Nicholson y Arkoff, otros dos que asoman la cabeza de atrás de la ligustrina siempre. Emoji de manos bendecidas) yendo como complemento (dependiendo de la zona) de El falso escultor o de La pavorosa casa de Usher (House of Usher, 1960) ambas producidas y dirigidas por Roger, y con el aditamento de la actriz principal Yvette Vickers siendo chica del desplegable de Playboy para promocionarla.

Pero volvamos a la película un poco más—

El punto es que la película de las sanguijuelas gigantes tuvo un rodaje corto, pero no por eso menos emocionante. No nos olvidemos: estaba a cargo de dos Corman a falta de uno.

Y la leyenda dice que si Roger era agarrado con el presupuesto, Gene directamente era un verdugo de la guita.

A tal punto que, y quizás sea la anécdota más hermosa del cine independiente en su conjunto, Gene se negó a pagar para que técnicos preparados —y con el equipamiento necesario— movieran un bote por un lago que no tenía la mejor temperatura.

Viendo que “esto lo puede hacer cualquiera” terminó del mismo metiéndose en el agua sin equipo —algunos dicen, tan solo con un traje de baño— y sin preparación para hacer el trabajo, junto con el director y su hermano.

El resultado fue: se ahorraron ese ítem del presupuesto, la escena se filmó igual (bueno, quizás esto de para un debate más largo) y Gene terminó en el hospital con una neumonía.

¿Arrepentido? Jamás.

Corman dejó de trabajar con su hermano al poco tiempo, y decidió hacer su camino solo.

Y sus aventuras no fueron menores: terminó dirigiendo la sección de televisión de 20th Century Fox y produciendo algunas películas realmente relevantes.

Bueno, o relevantes para los que nos gusta el cine.

Porque sin Gene haciendo el trabajo que aprendió junto a su hermano más famoso, no hubiera habido películas como F.I.S.T. (1978) de Norman Jewison (quizás no sea taaan fan de esta, pero esperá a ver las otras dos), Private Parts (1971) del genial Paul Bartel o Más allá de la gloria (The Big Red One, 1980) de Sam Fuller.

Sí, a veces cuando generalizamos y decimos “una de Corman” podemos quedar como unos boludxs. Con Gene y con Roger también.

Como parte de una familia con unos genes de longevidad envidiables, Gene dejó esta dimensión en 2020 a la tierna edad de 93 años.

Vuela alto, Gene.

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