No, no es un error de tipeo. Sí, va a tener sentido al final.
Lo lógico, por cuestiones dramáticas (?) sería empezar desmalezando las que quedaron en el camino (quizás justificando acá y allá el por qué de semejante cosa) y después pasar a “la carne y las papas” de la entrega.
A por eso.
Varias de estas películas que nombro en la tropilla de las “no tan buenas al final” son esas que tuvieron un efecto inmediato y me dieron ganas de gritar “la puta que vale la pena estar vivo” pero que, con el tiempo, bueno, pasaron cosas —o mejor dicho, aparecieron otras películas que me resultaron más interesantes, o se me fueron apagando—, además de una mención a un experimento que ¿podría entrar como película? ¿no? ¿cómo saber?
La primera de la tropa de Nobody (2021) de Ilya Naishuller, esa suerte de “nuevo John Wick” con Bob Odenkirk. No creas que voy a desairar la nueva del director de Hardcore Henry (2015) así como así, pero no entró en el top ten.
La segunda de la lista de las rechazadas —las imagino yéndose a dormir entre lágrimas diciendo “¿en qué falle?” (?)— es Shiva Baby (2020) de Emma Seligman que, a pesar de la poca pretensión y de su trabajo de actores que van y vienen, con el tiempo fue decantando en mi mente con un ejercicio de teatro filmado.
“Pero vos dijiste en el episodio que…”
Si uno piensa lo mismo toda la vida de todas las películas que ve y no las vuelve a analizar con distancia y coso, capaz no está está haciendo bien las cosas. ¿Estoy diciendo que Shiva Baby es una cagada? Cero. No entra en el top ten, sí en las menciones especiales.
Ahora vienen dos que quizás levanten polvareda, empiezo por la ¿menos grave?
The Empty Man (2020) de David Prior. Creo que el mayor problema que me surgió con la película y el paso del tiempo fue preguntarme si me había enamorado más de la historia de horror de todo lo que salió mal que la catapultaba al status de “película maldita” que de lo que finalmente terminé viendo. De nuevo: es bárbara en su propio derecho, no la pondría en el top ten del año.
Y bueno, quizás esto que viene ahora te duela, te haga gritarle al teléfono, a la pantalla o a lo que sea con lo que estés leyendo esto: Titane (2021) de Julia Ducornau. Sí, puede ser un shock, no tanto como saber que los Reyes son los padres, pero casi casi. No te puedo definir muy bien qué fue lo que pasó —yo voy armando esta lista a lo largo del año, corriendo puestos y haciendo cuentas (?)— y quizás la mejor excusa que se me ocurra sea “se me desinfló.” Y en una de esas “desinfle” tenga que ver con que el shock de las imágenes no terminaba balanceando muy bien con la ¿historia? que pretendía contar, pero no encuentro la forma de señalarlo en un mapa con precisión, más que decir “una sensación extraña.”
Última en la lista de las rechazadas (?) está Judas and the Black Messiah (2021) de Shaka King, que me moría de ganas de poner en el top ten solo para contrariar a mi compañera de podcast y su incomprensible regla inventada de “Películas del Oscar no entran en la lista de fin de año”. Es sólida, es lo mejor que se vio en esa entrega lejos, incluso a pesar de no haberse llevado el premio a mejor guion que, generalmente, es el indicativo de “ah, esta era la buena.”
Bueno, hasta acá las rechazadas por el férreo control de Míralos Morir, pero hay un bonus.
Una extraña ¿película? ¿mediometraje? que apareció en nuestras vidas hace poco tiempo de la mano del querido Alejandro Fadel: La exposición de París (2021), una suerte de companion piece para una serie de visitas guiadas al edificio del diario La Prensa, que cuenta una historia que nos recuerda un poco —aunque un poco más documentada y anclada con la realidad— a la genial novela La telepatía nacional de Roque Larraquy.
¿No la viste? Ahí tenés el link. ¿No leíste la novela? A por ella. Sé que este no es un newsletter de libros —no me jodería que lo fuera, eventualmente y cada tanto—, pero te recomiendo un doble programa con La comemadre, su novela anterior.
“Pero dejá de hacerte el Osvaldo Quiroga y tirá la carne a la parrilla.”
Bueno, ahí tiene.
De menor a mayor, el top ten de películas vistas en 2021 de Míralos Morir es:
10. The United States of Insanity (2021) de Tom Putnam y Brenna Sanchez

¿Qué cosa dice?
Bueno, vamos por partes: quizás no sepas —y hacés muy bien— quiénes son los Insane Clown Posse.
Quizás tampoco sepas que sus fanáticos llamados “jugaloos” terminaron siendo considerados como “una pandilla” al nivel de la Mara Salvatrucha por el FBI.
The United States of Insanity cuenta la historia de la batalla legal de la banda —probablemente uno de los productos más descerebrados que nos haya dado Estados Unidos— y sus fans —bueno, lo mismo— a favor de la libertad de expresión.
¿Y sabés qué? Te termina emocionando.
Sí, es un documental “dos por dos” de testimonio e insert y coso, pero funciona a las mil maravillas, porque todo lo que les va pasando va planteado casi un thriller de juicios protagonizado por unos que se tiran gaseosa arriba del escenario.
¿Sorprendidx? Puede ser. Esa es la gracia.
9. Madres paralelas (2021) de Pedro Almodóvar

Ya le hice una entrega (creo que en el de los martes) bastante combativa que instaba a todos a ir a bajarla y no esperar a que N*tflix la estrene en ¿enero? ¿febrero? después de la torpe —siendo muy amable— decisión de que no pase por salas en Latinoamérica.
La primera película de Almodóvar que no vamos a ver en cines en nuestro país desde ¿siempre? sienta un precedente horroroso para uno de los pocos directores de cine “de autor” (odio el término, pero para generalizar) que mueven espectadores de manera razonable.
La película es un melodramón delicioso de esos que solo él sabe hacer, con serendipias y casualidades que a cualquier otro le gritarían “Dale, sí, mirá si va a pasar eso”, pero que a él le calzan perfecto.
Tiene, adicionalmente, algo que ya había teasesado en Dolor y gloria (2019) y que acá profundiza con mucha altura, un poco de la historia del país y el dolor que aún generan las heridas abiertas por la Guerra Civil, contado con una forma narrativa que al “cine de denuncia” argentino post 83 le hubiera venido muy bien para no ser esos especiales de Billiken que terminaron siendo.
8. Matar a la bestia (2021) de Agustina San Martín

Como pasó en el top ten del año pasado con Un crimen común (2020) de Francisco Márquez, Matar a la bestia es una película que, si estuviste atentx a lo que daban en el Festival de Mar del Plata, probablemente hayas visto.
Sé que te lo avisé, hay que ver si me hiciste caso.
Y es una de las películas más estéticamente inquietantes del año. Y eso, precisamente, es lo más interesante que tiene esta ópera prima de San Martín: que es bellísima de ver, pero tensa de soportar.
No porque se haga larga, sino porque es asfixiante. Un pueblo de frontera, calor, un secreto que se tiene que develar y varias cosas, envueltas en un paquete que incluye elementos de género.
Se leyó mucho crítico con poco marco teórico diciendo “Lucrecia Martel”, puede que haya algo de eso. Pero, probablemente, lo que más haya sea una relación casi directa con Once Upon a Time in Anatolia (Bir Zamanlar Anadolu’da, 2011) de Nuri Bilge Ceylan que, si nunca viste, bueno: te llevás una más.
San Martín, que está arañando los treinta años, hace una primera película que te da ganas de ver qué va a hacer después, y eso en este mercado es un montón.
7. The Card Counter (2021) de Paul Schrader

La nueva película de Schrader, estrenada casi al mismo tiempo que Cry Macho (2021) de Clint Eastwood nos muestra un revés actitudinal hermoso: mientras Clint quiere abrazar a un mexicano todo lo que puede para que se lo recuerde como “un viejito bueno” y no como el facho que fue toda su vida, a Schrader poco lo importa lo que piensen de él.
Vuelve sobre la idea de “el hombre solitario de dios”, algo que ya había trabajado en Taxi Driver (1976), Posibilidad de escape (Light Sleeper, 1992) y hasta la más reciente First Reformed (2017) y lo extrema al punto de tener a alguien que no tiene nada que perder, destruído por un pasado del que no tiene la culpa, escribiendo cosas en un diario, como su icónico Travis Bickle.
“Ah, un ladrón.”
Hay quienes señalan estas coincidencias como robos, estamos los que nos gusta pensar en marcas de autor. Está bueno saber de qué lado está cada uno. Yo del lado de Schrader, siempre.
6. The Most Beautiful Boy in the World (Världens vackraste pojke, 2021) de Kristina Lindström y Kristian Petri

A quién le voy a mentir: si hay un documental “sobre cine” me voy a avalanzar como si fuera el último rollo de papel higiénico en una pandemia.
En este caso, uno sueco, que cuenta la historia de Björn Andrésen, un chico sueco que fue elegido por Luchino Visconti para co protagonizar Muerte en Venecia (Morte a Venezia, 1971) y considerado por el italiano como “el chico más lindo del mundo.”
Como te podrás imaginar, si hablamos de Visconti, de cine de los setenta y de chicos menores de edad, la cosa no es precisamente una caminata por la pradera inglesa —o sueca, en este caso— pero sí un retrato bastante crudo de la historia del cine de aquellos años, contada con entrevistas recientes y una cantidad de material de archivo que hace babear a cualquiera de los que exclamamos a la pantalla “¿Eso lo tienen filmado?”
Si no sabías nada de esta película, de la otra película ni de la historia, tenés una oportunidad dorada para entrar en esto por la puerta grande. No un domingo, no un día de lluvia, por favor.
5. Riders of Justice (2020) de Anders Thomas Jensen

Cómo decirle que no a una película de venganza. Y a una protagonizada por una Armada Brancaleone de misfits que trata de corregir algo que se hizo mal, quizás no de la mejor manera.
Los paralelos con la israelí Big Bad Wolves (2013) de Aharon Keshales y Navot Papushado y hasta con La sospecha (Prisoners, 2013) de cuando Denis Villeneuve todavía quería contar algo, están ahí, pero con un sentido del humor que las otras hacían un esfuerzo sobrehumano por no tener.
Una película a la que, en mi honesta opinión, le hubiera ido de bien para arriba en la taquilla de haber sido estrenada, pero bueno, viste cómo es.
Y es con Mads Fucking Mikkelsen. Más sería pedir camarones, sinceramente.
4. El prófugo (2020) de Natalia Meta

Mucho se ha hablado de la segunda película de Natalia Meta, sobre todo en oposición a la primera, la fallida —y carísima— Muerte en Buenos Aires (2014).
Se ve que esos años de reflexión —o de encontrar mejores productores, si es por eso— le hicieron muy bien, porque El prófugo es de esas películas que te hacen volver a tener fe en el cine de género argentino.
Si bien —quizás por miedo a que envenenara la taquilla o andá a saber qué— se vendió más como algo prestigioso, la película dialoga más con el costado sobrenatural de la carrera de Argento que con una que se aplaudió de pie por quince minutos en Venecia sin grabaciones que lo atestigüen, obvio.
Por más películas como esta y por menos —o ninguna, si puede ser— de esos hijos de Raimi, pero solo de la época de Diabólico (The Evil Dead, 1981) que, a diferencia de Sam, nunca aprendieron a filmar otra cosa que no sea esa cámara nerviosa que se mueve de acá para allá.
3. Censor (2021) de Prano Bailey-Bond

uiso el destino —o este orden caprichoso, andá a saber— que el tercer puesto dialogue con el anterior. Porque Censor y El prófugo, como esas ciudades que no me queda muy clara como es la regla, son “primas.”
Dos películas dirigidas por mujeres, que hablan de temas similares, que juegan con la sanidad de sus personajes, el gaslighting y coso.
Censor tiene, para nuestros corazones bizarros y seguidores del exploitation más profundo, el aditamento de pasar durante la época de los Video Nasties en Inglaterra, no hace salivar al instante.
Hace un par de años —creo— que habíamos coincidido en el balance de Hoy Trasnoche de que Unsane (2018) de Steven Soderbergh era la mejor película del año. Se ve que abrió un camino y estamos empezando a ver los frutos.
2. The Medium (2021) de Banjong Pisanthanakun

Recuerdo haber flashado de colores —cuando estaba más explorador del “cine de género de latitudes” con Shutter (2004), la primer película que Pisanthanakun co dirigió junto a Parkpoom Wongpoom. Después le seguí un poco la carrera pero, supongo por “fatiga de cine asiático” lo fui abandonando.
Leí mucho sobre The Medium antes de verla, algo que no suelo hacer, pero los “la tuvieron que proyectar con la luz de sala prendida” me dio ganas de ver de qué era.
Para cuando me enteré que Na Hong-jin —responsable de The Chaser (2008), The Yellow Sea (2010) y de En presencia del diablo (The Wailing, 2016) estaba entre los guionistas ya empecé a gritar “Basta, acá tienen mi dinero”
Y con lo que me encontré fue más de lo que hubiera pedido: una película con registro de “falso documental” que no aburre, que utiliza el recurso a la perfección y jamás lo rompe, con algunas de las secuencias de horror más memorables de los últimos y años y, bueno, sí: con la escena del perrito, pero este newsletter no cree en los trigger warnings.
1. Benedetta (2021) de Paul Verhoeven

Lo dije en el podcast y lo sostengo acá: Benedetta es la mejor película de este año y del año que viene.
Lo que Verhoeven logra a nivel intimidad de sus personajes, retrato de época y, a la vez con la ludicidad de estar filmando una de nasty nun para que vaya a Cannes, es realmente hermoso.
Sigue contando historias de mujeres fuertes —como había hecho con Elle (2016)—, sigue teniendo un sentido del humor absolutamente atravesado y filma como pocos humanos vivos lo hacen hoy.
Lo más notable, quizás, es que Benedetta no es ni por asomo una superproducción, sino más bien una película hecha con muchos europeos aportando un poco que se ve mucho más cara de lo que es.
Y Verhoeven, que ha estado en todos los presupuestos conocidos —y por conocerse— de la historia del cine, maneja con una muñeca que, como dije un poco antes, pocos tienen hoy.
Benedetta es el cine diciéndonos “todavía existo, no son todas de colores filmadas en un chroma” y eso ya es motivo suficiente para festejar, aunque más no sea módicamente.
Ojo, armo toda esta lista y la termino con esta solo porque 2021 fue otro año en el que no pudimos ver The Onania Club (2018) de Tom Six, casi un preso político (?) de la cinefilia actual.
Quizás valga, antes de terminar, una reflexión final. De todas las películas que se nombran en este envío —a excepción de Matar a la bestia, que probablemente se estrene en el correr del año que viene, a estar atentxs— ninguna, y lo repito por si hace falta, subrayando: ninguna pasó por las salas locales.
Sí, podemos atribuir a las pandemics el problema y a que algunos de los títulos —no sé, el documental sobre Insane Clown Posse— son un poco oscuros, pero varias de ellas —la incomprensible decisión de bajar de la Almodóvar, por ejemplo— nos hablan del lamentable estado de las cosas.
Un buen ejercicio, creo que lo dije varias veces pero “el público se renueva” sea preguntarnos cuántas películas que queríamos ver vimos en sala en 2021. La respuesta, queridx amigx, te sorprenderá.
Y ahí es cuando el “alienación” del título dista mucho de ser un error de tipeo.
Pero no quiero que todo sea un bajón, así que volvamos a la lista y hagamos algunas preguntas de rigor:
¿Estás de acuerdo? ¿No estás de acuerdo? ¿Vos huboeras armado otra lista? Bueno, eso es lo lindo de las películas: que a cada uno le pegan distinto. Esto no hace que vos pienses mejor que yo o yo que vos, solo que estamos cableadxs distinto.
Hasta el año que viene.